Marzo 10 de 2024 Cuarto Domingo de la Cuaresma

Reflexión salesiana para el domingo 

Cuarto Domingo de la Cuaresma

Marzo 10 de 2024

El Evangelio de hoy (opción del Ciclo A) nos cuenta cómo Jesús curó a un hombre que había nacido ciego. Es Dios, a través de Jesucristo, quien nos provee los ojos de la fe, para que podamos contemplar el misterio del amor divino en toda su plenitud. San Francisco de Sales nos explica cómo Dios nos atrae a la conversión continuamente:

Sólo Dios puede iluminarnos y ayudarnos a salir de nuestra ceguera. En el momento en que EL nos da la fe, EL entra en nosotros y atrae nuestra mente por medio de las buenas inspiraciones. Dios nos propone los misterios de la fe de una forma tan agradable, que nosotros accedemos a ellos sin duda alguna y sin oponer resistencia.

La fe, la mejor amiga de nuestro espíritu, nos exhorta a amar la belleza que encierran las verdades del misterio de Dios. Cuando salimos a tomar el sol del medio día, escasamente alcanzamos a ver la luz cuando ya estamos sintiendo su calor. Lo mismo sucede con la luz de la fe. Tan pronto como la luz de la fe nos ilumina, empezamos sentir el calor del amor celestial. La fe nos permite saber con total certeza que Dios existe y que EL es la bondad infinita. Cuando las tentaciones hacen que cuestionemos nuestra fe, debemos contestar a dichos cuestionamientos con nuestro corazón y no con la razón. La razón admite sus limitaciones. La razón nos dice que aún cuando el misterio de Dios supera nuestra capacidad para comprenderlo, nuestra fe en Dios es completamente razonable. Al igual que San Agustín, afirmemos nuestra fe diciendo: “¡Señor yo sí creo, pero ayúdame con mi falta de fe!”

Llenos de fe enfoquémonos en cultivar el don de la conversión continua que Dios nos ha otorgado, y hagámoslo con sobrecogimiento y con plena confianza. Hagamos del amor de Dios algo efectivo en nuestras vidas, siendo firmes y perseverando en nuestros buenos deseos y nuestras resoluciones sagradas. Dios nos acerca hacia Sí mismo sin necesidad de obligarnos ni de recurrir a la violencia, sino valiéndose de los lazos de amor y de gentileza para que podamos comenzar a hacer todo lo que hacemos por medio del amor. Entonces no tengamos miedo de Nuestro Señor quien desea poseer nuestro corazón completamente. Por el contrario, pongámonos amorosamente en manos de nuestro Salvador quien desea obrar grandes milagros en nosotros, siempre y cuando le permitamos abrir nuestros ojos.

(Adaptación de los Escritos de San Francisco de Sales)

Marzo 3 de 2024 Tercer Domingo de la Cuaresma

Reflexion salesiana para el domingo 

Tercer Domingo de la Cuaresma

Marzo 3 de 2024

El Evangelio de hoy nos relata el pasaje de los catecúmenos en el momento en que se preparan para el bautismo. Escuchamos entonces que Jesús se acerca a una mujer que ha sido rechazada por la sociedad, y le ofrece “una fuente de agua que brota para la vida eterna”. San Francisco de Sales nos ha hablado en varias ocasiones sobre cómo Jesús nos ha llamado a liberarnos de la esclavitud del pecado, y a comprometernos a llevar una vida de santidad que nos conduzca a la felicidad eterna:

Muchas personas aspiran a alcanzar la santidad pero muy pocas logran obtenerla porque no caminan como debieran – fervientemente, y la vez llenos de serenidad; cuidadosamente, pero seguros de sí mismos. Esto quiere decir que debemos depender más de la Divina Bondad y Providencia que de nosotros mismos y de nuestras buenas obras. Debemos ser completamente fieles, pero no dejarnos llevar por la ansiedad ni la impaciencia.

Dios desea que nosotros hagamos todo lo que esté en nuestro poder. Esto quiere decir que Dios quiere que utilicemos medios comunes y corrientes para alcanzar la santidad. Debemos hacer uso de los dones que nos han sido otorgados de acuerdo a nuestra vocación, y mantenernos en paz en lo referente a todo lo demás. Si esto llegase a fallar, podemos estar seguros de que Dios jamás va a dejarnos desamparados mientras nosotros estemos dispuestos a cumplir con la Voluntad Divina. Ahora que nos hemos embarcado en esta travesía con Dios como nuestro guía, debemos confiar plenamente en que EL siempre estará atento a proveernos todo lo que podamos llegar a necesitar. Por lo tanto, cuando la ayuda humana nos falle, la providencia especial de Dios asumirá el mando y se encargará de nosotros. Dios prefiere obrar milagros antes que dejar desamparados, ya sea espiritual o temporalmente, a todos aquellos que confían totalmente en la Providencia Divina.

A veces decimos que no estamos seguros de que la voluntad de complacer a Dios que hoy sentimos prevalecerá en nosotros a lo largo de nuestra vida. La pregunta es válida, ya que no hay nada más débil y propenso al cambio que nosotros. Aun así, no nos preocupemos. Mejor demostrémosle a Nuestro Señor nuestra buena voluntad continuamente. Dejémosla en Sus manos; EL la renovará tantas veces como sea necesario para que perdure en nosotros durante por el resto de nuestra vida mortal. Una vez terminada esta vida mortal no habrá razón para sentir temor, ya que entonces que estaremos en un lugar seguro.

(L. Fiorelli, ed., Sermones para la Cuaresma de San Francisco de Sales.)

Febrero 25 de 2024 Segundo Domingo de la Cuaresma

Reflexion salesiana para el domingo

Segundo Domingo de la Cuaresma

Febrero 25 de 2024

El Evangelio de hoy nos narra la experiencia vivida por Pedro, Juan y Santiago en el momento de la Transfiguración de Jesús. San Francisco de Sales comenta lo siguiente al respecto:

A través de la transfiguración Dios hizo un gran esfuerzo por demostrarnos que Jesús es verdaderamente el Salvador. En ese momento no había nada que los apóstoles desearan más que permanecer en presencia de Jesús. Yo les aseguro que jamás he dejado de orar para que el cielo les otorgue miles de bendiciones, y en especial para que puedan disfrutar de la bendición de la transfiguración en Nuestro Señor. Gracias a nuestro Salvador podemos escalar el monte Tabor ya que nos hemos decidido a servirlo y a amar su divina bondad. Debemos hacer uso de la esperanza sagrada para motivarnos los unos a los otros. Debemos deshacernos del amor por las cosas mundanas para que podamos continuar aspirando fielmente a la felicidad que EL ha preparado para nosotros.

No hay mejor oportunidad para demostrar nuestra fidelidad a Dios que cuando nos encontramos en una situación donde todo nos está saliendo mal. En esos momentos es cuando la tentación nos asecha e intenta hacer que nos sintamos insatisfechos con el mundo, que nos deprimamos por tener que vivir lo que estamos viviendo. No importa si estamos inmersos en el trajín de los eventos diarios o si estamos sumergidos en la soledad, siempre vamos a encontrar dificultades. Creer que podemos alcanzar la santidad sin tener que sufrir es engañarnos a nosotros mismos. Las cosas mas difíciles encierran mayores virtudes. Si se tropiezan no se molesten ni se sientan avergonzados. Más bien acudan a Nuestro Señor y a Nuestra Señora quienes extenderán sus manos bondadosas y siempre dispuestas a ayudarlos.

Ustedes deben seguir el ejemplo de las abejas. Mientras ellas se dedican cuidadosamente a producir la miel de la santidad, al mismo tiempo deben elaborar la cera de todas aquellas cosas mundanas. Por que si la miel resulta dulce al paladar de nuestro Señor, la cera también hace honor a EL, dado que ésta será utilizada para fabricar las velas que proveen luz a todos quienes nos rodean. Manténganse en paz, y caminen llenos de humildad y fidelidad por la senda que Dios les ha trazado. De esta manera podrán caminar con confianza. Nuestro Salvador quien los está transfigurando, los ha tomado de la mano y los ha encaminado por la senda de Su Gloria. Permítanle ser su Guía.

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales.)

Febrero 18 de 2024 Primer Domingo de La Cuaresma

Reflexión salesiana para el domingo

Primer Domingo de La Cuaresma

Febrero 18 de 2024

En el Evangelio de hoy experimentamos el momento en que Jesús fue tentado en el desierto. San Francisco de Sales hace la siguiente observación al respecto:

Jesús no fue en busca de la tentación. El Espíritu Santo lo llevo al desierto para que fuera tentado. Si el Espíritu Santo nos guía hasta un lugar en donde encontramos una tentación, debemos confiar plenamente en que Dios nos dará la fuerza necesaria para resistir dicha tentación sin importar cuán fuerte parezca. Aún así, no importa cuán santos y generosos creamos que somos, jamás debemos confiarnos de nuestra propia fortaleza y coraje, y salir en busca de la tentación creyendo que podremos derrotarla. Debemos prepararnos para lograr sobreponernos a las tentaciones. Al igual que Jesús, debemos armarnos con la verdad de Dios. Esta verdad no es otra que la fe, la cual nos protege de la tentación. Cuando nosotros decimos “Yo creo” en Dios Todopoderoso, estamos depositando toda nuestra confianza en el poder de Dios, no en nuestra propia fuerza.

En el momento en que ustedes se percaten de que la tentación los está asechando, hagan lo mismo que hacen los niños cuando ven un lobo o un oso en el bosque: Ellos corren inmediatamente a los brazos de sus padres, o los llaman para que los ayuden y les brinden protección. Si la tentación persiste aférrense con fuerza a la Sagrada Cruz, vuélvanse a Nuestro Señor y enfoquen sus pensamientos en una actividad que sea productiva y constructiva. Nuestras tentaciones son como perros encadenados: si no nos acercamos a ellos no nos harán daño, aún cuando traten de asustarnos con sus ladridos.

A veces sucede que cuando nos enfrentamos a una tentación, al principio nos sentimos como si hubiésemos sido heridos por una emoción que nos resulta preocupante. Hasta puede que lleguemos a pensar que nos resulta imposible servir a Dios en la santidad. No se deje amedrentar por miedos infundados. Ármense con la verdad de la Palabra de Dios; EL los fortalecerá y les dará la gracia para perseverar y cumplir con todo lo que la gloria de Dios, y el bienestar y la felicidad de todos nosotros, requiere.

(Adaptación de los Escritos de San Francisco de Sales, principalmente “Los Sermones de San Francisco de Sales para La Cuaresma” de L. Fiorelli, ed.).

Febrero 11 de 2024 Sexto Domingo en el Tiempo Ordinario

Reflexión salesiana para el domingo

Sexto Domingo en el Tiempo Ordinario

Febrero 11 de 2024

Hoy San Pablo nos dice que “todo lo que hagamos debe ser para dar gloria a Dios”. San Francisco de Sales nos habla un poco mas respecto a este tema:

¿Cómo lograr que “todo lo que hacemos sea en nombre de Dios” para que podamos vivir mejor?” Primero, debemos purificar nuestras intenciones hasta donde más podamos. Debemos hacer el firme propósito de aprovechar el día de la mejor manera, y que nuestra intención sea dar gloria a Dios y no a nosotros mismos. Debemos anticipar las oportunidades, las tareas y obligaciones que tenemos que cumplir hoy, y pensar cómo a través de ellas podemos servir a Dios. ¿A qué tentaciones se exponen? Puede ser la ira, el egoísmo o cualquier otro tipo de irregularidades. Prepárense con mucho cuidado para evitar, resistir y superar cualquier cosa que pueda entorpecer la legitimidad de sus esfuerzos por vivir en Jesús.

Para lograr hacer todas las cosas bien, primero debemos demostrar que poseemos la determinación para crecer y seguir el ejemplo de amor que Jesús nos enseño. Si desean poner esa determinación en práctica, pídanle a nuestro Salvador que les ayude a utilizar todos los medios a su disposición de la mejor manera posible, para que así puedan crecer en el amor sagrado y servirle. Admitan que ustedes por su propia cuenta no pueden cumplir con la resolución de evitar el mal y hacer el bien de la manera que Dios desea que lo hagan. Tomen sus corazones en sus manos y ofrézcanselos a Nuestro Salvador junto con todos los buenos deseos que tengan. Pídanle a EL que proteja sus corazones y que los fortalezca para que puedan crecer en Su autentico amor.

Acostúmbrense a orar y así lograrán que todo lo que hagan sea para dar gloria a Dios. Reciban los sacramentos con frecuencia. A medida que ustedes cumplen con las obligaciones propias de su vocación jamás se olviden de poner en práctica la humildad, la gentileza, la paciencia y la sencillez, todas las virtudes que crecen como flores a los pies de la cruz.

Mientras se dedican al cuidado de su familia con toda la diligencia requerida, ayuden a que ellos acerquen sus almas al amor de Dios e inculquen en sus corazones las buenas inspiraciones. Las oportunidades extraordinarias para servir a Dios se nos presentan rara vez, pero las oportunidades pequeñas se presentan con frecuencia. Cuando ustedes aprovechan el cumplimiento de sus responsabilidades para dar gloria a Dios, todas sus actividades incluyendo el comer, beber, dormir o divertirse, todo lo que hagan será en nombre de Dios, quien los guía hacia la autentica plenitud a través de Jesucristo.

(Adaptación de los escritos de San Francisco De Sales)

Febrero 4 de 2024 Quinto Domingo en el Tiempo Ordinario

Reflexión salesiana para el domingo

 Quinto Domingo en el Tiempo Ordinario

Febrero 4 de 2024

El Evangelio de hoy nos cuenta que en medio de tantas ocupaciones, incluso Jesús se veía en la necesidad de encontrar un espacio silencioso donde pudiese orar. San Francisco de Sales también hace énfasis en la importancia de poner en práctica la oración mental, al tiempo que nos ocupamos de cumplir con nuestras labores diarias. Para ello nos aconseja que hagamos uso de un método que es breve y simple:

Yo les recomiendo especialmente que pongan en práctica la oración del corazón. Tomen un momento cada día, preferiblemente y de ser posible temprano en la mañana, ya que a esa hora la mente está menos distraía y despejada después del descanso de la noche. Preséntense ante Dios. Recuerden que EL se halla presente de manera muy especial dentro de sus corazones, en el centro mismo de su espíritu. No se afanen por tratar de decir muchas cosas, simplemente hablen con el corazón. Un solo Padre Nuestro que oremos con verdadero sentimiento vale mucho más que si repetimos varias oraciones mecánicamente y a prisa. No se preocupen si no pueden terminar la oración que han empezado a decir en voz alta. Una vez que sus ojos se enfoquen en Jesucristo durante la meditación, todo su ser se llenará de EL. Entonces aprenderán de Su manera de ser, y moldearán sus actos en base al ejemplo que EL les ha dado.

Durante la meditación traten de seleccionar algunos de los pensamientos que hayan tenido y que más les hayan gustado, o que sientan que mejor se adaptan a su propósito de convertirse en mejores personas. Reflexionen sobre estos pensamientos con frecuencia a lo largo del día. Adopten decisiones puntuales con el fin de rectificar sus actitudes. Durante el transcurso del día, y con sumo cuidado, busquen oportunidades, pequeñas o grandes, que les permitan poner en práctica las resoluciones que han establecido. La oración ilumina nuestra mente con el resplandor de la luz de Dios, y expone a la calidez de Su amor celestial nuestra habilidad para tomar decisiones. Nada más efectivo que el amor de Dios para purificar nuestros pensamientos de la ignorancia y de nuestra obstinación por los afectos desordenados. La meditación hace que todos los buenos deseos que germinan en nosotros crezcan y florezcan, y nos ayuda a saciar las pasiones excesivas que se despiertan en nuestros corazones. Cuando nos acercamos a nuestro Salvador a través de la meditación y obedecemos Su palabra, sus actos y sus afectos, por SU gracia aprendemos a hablar, a actuar y a lograr que nuestra voluntad se asemeje a la suya.

(San Francisco de Sales, Introducción a la Vida Devota)

Enero 28 de 2024 Cuarto Domingo en el Tiempo Ordinario

Reflexión salesiana para el domingo

 

Cuarto Domingo en el Tiempo Ordinario

Enero 28 de 2024

En las lecturas de hoy San Pablo nos dice que debemos “librarnos de la ansiedad”. San Francisco de Sales nos da ciertos consejos sobre cómo podemos manejar la ansiedad:

Existe una gran tentación de declararnos insatisfechos con el mundo y de afligirnos por ello, aún cuando necesariamente debemos estar aquí. Entonces imaginamos que nos sentiríamos mejor si estuviéramos en otro barco. Puede que eso sea cierto, ¡pero sólo ocurrirá si nos decidimos a cambiar! La soledad tiene sus arremetidas, el mundo tiene sus ocupaciones. Nosotros debemos demostrar coraje en ambas situaciones, dado que en ambas instancias la ayuda divina está disponible para aquellos que confían en Dios, y que humilde y gentilmente solicitan a Dios sus cuidados y ayuda.

Una de las fuentes de nuestra ansiedad es nuestro egocentrismo. ¿Porqué nos sorprenden nuestras imperfecciones? No deseamos nada más que consuelo. En los momentos en que experimentemos nuestra propia miseria y debilidades, debemos hacer tres cosas y entonces tendremos paz. Debemos tener una intención pura de encontrar el honor y la gloria de Dios en todas las cosas. Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograr este objetivo, y debemos dejar lo demás en manos de Dios para que EL se encargue.

Los pequeños ataques de la ansiedad y la tristeza, que son el resultado de las múltiples responsabilidades que tenemos, nos brindan la oportunidad de poner en práctica las mejores y más queridas virtudes que Jesús nos recomendó: la gentileza y la confianza en Dios. La verdadera virtud no se origina en la inactividad exterior, del mismo modo en que los peces saludables no crecen en las aguas estancadas de los pantanos.

Debemos mantener avivados en nuestros corazones la paciencia y el coraje, para que nos protejan de esos ataques sorpresivos de la ansiedad que hacen que nos llenemos de resentimiento, y que provocan que estallemos si alguien llega a molestarnos de algún modo. Cuando nos tambaleemos y caigamos no debemos sentirnos avergonzados por estar un poco sucios y polvorientos. Es mejor estar cubiertos de polvo que de llagas. Si nos entregamos al cuidado de Dios, y dejamos que el rocío celestial de Su amor nos sane, todo estará bien.

Enero 21 de 2024 Tercer Domingo en el Tiempo Ordinario

Reflexión salesiana para el domingo

 

Tercer Domingo en el Tiempo Ordinario

Enero 21 de 2024

En el Evangelio de hoy escuchamos a Jesús anunciar que “El reino de Dios está cerca”, mientras invita a varios pescadores a seguirle. San Francisco de Sales hace la siguiente observación al respecto:

Dios emplea varios métodos para llamar a hombres y mujeres a su servicio. Para convertir a las personas EL hace uso de la predicación por encima de los demás métodos. A través del ministerio de la predicación Dios ha tocados los corazones de muchas personas, y los ha llamado a seguir vocaciones especiales. La predicación es como una semilla divina que los predicadores, a través de sus palabras, siembran en la tierra fértil de nuestros corazones.

Dios entra en contacto con otras personas cuando están leyendo un buen libro. EL se acerca a otros tantos mientras escuchan a alguien leer las sagradas palabras del Evangelio. Hay algunas personas que se sienten perturbadas por los infortunios, los problemas y el sufrimiento del que han sido víctimas en el mundo. Sin embargo, aún cuando Dios es todo poderoso y puede hacerlo todo, EL no desea quitarnos el don de la libertad que nos ha otorgado. Cuando llegue el momento en que Dios nos llame a su servicio, EL desea que nosotros aceptemos ir voluntariamente, no por la fuerza o por obligación.

Aún así, las personas que deciden unirse al servicio de Dios por que se sienten indignados con el mundo, o por que las aflicciones y la pena los mantienen intranquilos, tienen la posibilidad de entregarse a Dios libre y voluntariamente. Nuestra suficiencia viene de nuestro Redentor quien nos enseñó a ser buenos ministros, capaces de hacer cumplir la voluntad de Dios. Aquel que habita en Cristo participa de Su Espíritu divino, el cual habita en medio de nuestros corazones como una fuente viviente. Nuestras acciones, que hasta entonces eran frágiles como los juncos, serán convertidas en oro por medio del amor que el Espíritu Santo vierte sobre nuestros corazones. Nuestros corazones, inundados con el amor del Espíritu Santo, generan acciones que tienden a la gloria inmortal y nos llevan rumbo a ella.

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales, particularmente sus Conferencias Espirituales, I. Carneiro, Ediciones)

Enero 14 de 2024 Segundo Domingo en el Tiempo Ordinario

Reflexión salesiana para el domingo

 

Segundo Domingo en el Tiempo Ordinario

Enero 14 de 2024

Este domingo marca el inicio de la temporada litúrgica del Tiempo Ordinario. Las resoluciones que hicimos para el año nuevo ya se han convertido en parte de nuestra rutina. Aun así, San Francisco de Sales nos dice que nosotros hemos sido llamados a vivir una vida común y corriente de manera extraordinaria. Un elemento de esta manera extraordinaria es nuestro deseo de vivir una vida sagrada. Francisco añade lo siguiente:

¿Qué otras flores adornan nuestro corazón a parte de los buenos deseos? Tan pronto como los buenos deseos se manifiestan en nosotros, debemos podar todos los obstáculos inertes e inútiles que nos impiden vivir una vida sagrada. Los malos hábitos entran en nuestro corazón a toda prisa como galopando a caballo, pero cuando nos dejan lo hacen caminando a paso lento. Cuando tomemos la iniciativa de crecer en la santidad, debemos hacerlo con coraje y paciencia. Generalmente después de pasado un tiempo en que nos hemos esforzado por tratar de llevar una vida santa, nos vemos obligados a reconocer que aún seguimos sujetos a muchas imperfecciones. Esto puede hacer que caigamos fácilmente en la insatisfacción, la perturbación o la desmoralización. Pero no debemos permitir que nuestro corazón caiga en la tentación de abandonarlo todo y de retomar nuestra antigua forma de vida.

Por otra parte, hay quienes creen que son perfectos incluso antes de embarcarse en la búsqueda de la santidad. Ellos tratan de volar a pesar de que no poseen alas, y corren el grave riesgo de sufrir una recaída como ocurre a quienes dejan de seguir las indicaciones de sus médicos antes de haberse recuperado completamente. La tarea de tratar de crecer en la santidad debe continuar hasta el día en que Dios nos llame a entrar en nuestra morada eterna. No debemos permitir que nuestras imperfecciones nos perturben ¿si no estamos conscientes de nuestras fallas, cómo podremos corregirlas? El éxito de nuestra labor no consiste en ignorarlas, sino en reconocerlas. Siempre tendremos éxito si nos esforzamos por tratar de vencerlas. Jamás seremos vencidos a menos que perdamos nuestro coraje. Los defectos y los pecados veniales no pueden privarnos de nuestra vida espiritual. Por lo tanto, debemos tener una buena opinión de aquellos a quienes vemos practicando las virtudes de manera imperfecta, por que, como ya sabemos, incluso los santos practicaron las virtudes de esta manera.

(Francisco de Sales, Introducción a la Vida Devota)