11th Domingo del Tiempo Ordinario junio 18, 2023

Reflexión Dominical Salesiana

 

11th Domingo del Tiempo Ordinario

junio 18, 2023

 

Las lecturas de hoy nos recuerdan nuestra necesidad de compartir nuestro don de fe en Jesucristo con los demás. También se nos recuerda una vez más que somos un "reino de sacerdotes, una nación santa". San Francisco de Sales, en particular, recordó a los cristianos que todos están llamados a la santidad, lo que implica una relación con Dios y nuestro prójimo. Pero la llamada a la santidad tiene una diversidad de expresiones, preservando la unidad de doctrina en la Iglesia. Francisco escribe:

 

Había un famoso arreglista de flores griego cuyo nombre era Glycera. Ella era muy hábil en arreglar flores en una variedad de maneras. De las mismas flores hizo tantos tipos diferentes de ramos que un conocido pintor griego, que deseaba retratar sus diferentes arreglos, no pudo hacerlo. No podía variar sus pinturas de tantas maneras como Glycera hacía sus ramos. De la misma manera, el Espíritu Santo dispone y ordena de muchas maneras diferentes instrucciones devotas para nosotros a través de las lenguas y plumas de los siervos de Dios. Aunque la doctrina es siempre la misma, las declaraciones de ella difieren mucho según las diversas formas en que se componen sus libros.

 

Las flores que le presento, mi lector, son las mismas. El ramo que he hecho de escritores anteriores difiere de otros porque ha sido enmarcado en un orden y manera diferentes. Mi propósito es instruir a aquellos que viven en la ciudad, dentro de las familias, y por su estado de vida están obligados a vivir una vida ordinaria en cuanto a las apariencias externas.

 

Con frecuencia, con el pretexto de alguna supuesta imposibilidad, estas personas ni siquiera pensarán en emprender una vida santa. Es su opinión que así como ningún animal se atreve a probar ciertas hierbas, nadie debe aspirar a la santidad cristiana mientras esté viviendo bajo la presión de los asuntos mundanos. Pero así como el pez nácar vive en el mar sin tomar una sola gota de agua salada y así como la luciérnaga pasa a través de las llamas sin quemar sus alas, así también un alma fuerte y resuelta puede vivir en el mundo sin ser infectada por ninguno de sus estados de ánimo, encontrar dulces manantiales de santidad en medio de sus olas saladas y volar a través de las llamas de los deseos terrenales sin quemar las alas de su deseos santos de una vida santa. Es cierto que esta es una tarea difícil. Pero es el trabajo el que refresca y revive el corazón.

 

(Adaptado de San Francisco de Sales, Introducción de una vida devota, Prefacio)