Décimo Sexto Domingo en el Tiempo Ordinario (Julio 21, 2019)

Décimo Sexto Domingo en el Tiempo Ordinario (Julio 21, 2019)

Las lecturas de hoy nos exhortan a escuchar la Palabra de Dios. San Francisco de Sales hace varias reflexiones sobre la importancia de escuchar, activamente, la Palabra de Dios. He aquí algunos de sus pensamientos:

Marta se mostraba ansiosa y molesta por varias cosas, mientras que a María nada le importaba más que escuchar las palabras de Jesús. Nuestro Señor reprendió a Marta por el hecho de estar tan ansiosa, no porque ella estuviera preocupándose de atender Sus necesidades. Marta tenía motivaciones encontradas. Por una parte deseaba servir a Nuestro Señor. Por otra parte, al ocuparse con tantas tareas a la vez, dejaba en evidencia su preocupación por ser vista como la anfitriona perfecta. Jesús deseaba que Marta lo escuchara, del mismo modo en que María lo estaba haciendo, y para ello un platillo bien preparado hubiese sido suficiente para satisfacer Sus necesidades.

Nuestro Señor deja muy en claro que no solamente debemos escuchar Sus palabras, sino que también debemos escucharlas con la intención de convertirlas en un beneficio para nosotros mismos. Para poder sacar un beneficio de la Palabra de Dios, debemos permitir que esta nos conmueva en lo más profundo de nuestro corazón. Sólo cuando escuchamos la Palabra de Dios con nuestro corazón logramos recibir buenas inspiraciones. El corazón se aviva y adquiere nueva fuerza y vigor.

Aun así, es difícil escuchar la Palabra de Dios con el corazón cuando este está lleno de ansiedad. Dios siempre se preocupa por Sus criaturas, pero de manera pacífica, y con tranquilidad. Sin embargo, nuestra preocupación y cuidados siempre presentan cierta tendencia hacia la ansiedad. Los pájaros usualmente se quedan atrapados en las redes porque se ponen a aletear alocadamente. Del mismo modo sucede con nosotros cuando deseamos escapar a la ansiedad. Decídanse a no obrar en función de sus deseos, por más obstinados que estos sean, hasta que sus mentes no hayan recobrado la paz. Pónganse en manos de Dios con gentileza. Traten, calmadamente, de moderar sus deseos de acuerdo a lo que les dicte la razón. Nuestra vida consiste en el hoy; este momento presente que estamos viviendo. Utilicen con sumo cuidado todo aquello que les ha sido otorgado. Libérense de cualquier otra preocupación y dejen todo en manos de Nuestro Señor. Su compasión y preocupación por nosotros nos proveerá todo lo necesario para satisfacer nuestras necesidades, siempre y cuando permanezcamos atentos a Sus palabras e inspiraciones.

(Adaptación de los Sermones de San Francisco de Sales de L. Fiorelli, ed.)