Trigésimo Tercer Domingo en el Tiempo Ordinario (18 de Noviembre de 2018)

Trigésimo Tercer Domingo en el Tiempo Ordinario (18 de Noviembre de 2018)

Las lecturas de hoy nos recuerdan que mientras tengamos esperanza en y fe en Dios no tenemos nada que temer. San Francisco de Sales tiene mucho que decirnos acerca de la esperanza, la fe y la confianza en Dios:

Tengan esperanza en Dios por que Él los liberará de sus cargas, o les proporcionará la fuerza necesaria para soportarlas. Cuando tenemos fe en Dios ésta nos protege de nuestros enemigos y de los terrores de la noche. Decir, “Yo creo en Dios” es afirmar que hemos depositado nuestra confianza no en nuestra propia fuerza sino en Su fuerza. Es muy cierto que Dios se encarga de cuidarnos con suma dulzura cuando nos liberamos de nuestras ansiedades y miedos, y los dejamos en manos de la Divina Providencia. Aun así, Él desea que nosotros hagamos todo lo que esté en nuestro poder para cumplir con nuestras obligaciones. Continúen avanzando llenos de valentía, pero háganlo con sencillez. Dios quiere que utilicemos todos los medios comunes y corrientes a nuestra disposición para lograr la esperanza y la confianza.

Jamás debemos pensar que no poseemos el talento necesario para llevar a cabo la labor que hemos sido llamados a realizar. Pensar que no somos lo suficientemente virtuosos es algo que no debe preocuparnos. Los Apóstoles fueron pescadores a quienes les fueron otorgados talentos y santidad, en la medida en que los necesitaron, para poder cumplir con la misión que Dios les encomendó. Sigan adelante sin preocuparse y sin retroceder. Si ustedes se dedican a trabajar para dar gloria a Dios, Él siempre les dará todo lo que necesiten en el momento indicado, y les proveerá todo lo que requieran; y no solo a ustedes sino a todos aquellos que han sido encargados a su cuidado.

Si se sienten desmoralizados busquen refugio inmediatamente en los brazos de Dios, y permitan que Él los proteja. No se enfurezcan si a veces sufren leves ataques de ansiedad y tristeza, dichos sentimientos son una oportunidad para poner en práctica las mejores y más queridas virtudes: la confianza en Dios y la gentileza. Cuando las cosas nos salen mal ¿no es ese el mejor momento para confiar en Dios? Debemos animarnos los unos a los otros en el amor sagrado. Debemos caminar por la senda de la esperanza sin desfallecer; con fervor pero en paz; con cuidado pero con total seguridad. Escalemos juntos el Monte Tabor donde en medio de la esperanza, la fe y la confianza en Dios, encontraremos a Jesús transfigurado en la gloria.

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales, particularmente los Sermones, L. Fiorelli, Eds.)