Vigesimosegundo Domingo en el Tiempo Ordinario 3 de Septiembre de 2023

Reflexion salesiana para el domingo

 

Vigesimosegundo Domingo en el Tiempo Ordinario

3 de Septiembre de 2023

 

En el Evangelio de hoy Jesús nos reta a perder nuestra vida para poder encontrarla. San Francisco de Sales nos habla de perder nuestra vida para poder encontrarla en Cristo, por medio de un cambio de corazón.

 

Perder nuestra vida en este sentido significa deshacernos de todos nuestros amores malsanos y egoístas. Esto probablemente nos hará sufrir. Pero no debemos dejar que nuestras imperfecciones nos perturben, porque la santidad consiste en librarnos de ellas. ¿Cómo podemos dejarlas a un lado a menos que nos percatemos de ellas y las superemos? La victoria sobre nuestros defectos consiste en ser conscientes de ellos, y en no consentirlos.

 

Mientras estemos vivos seguiremos siendo susceptibles a la conmoción que produce la ira, y el afecto. Estas emociones del corazón no deben sorprendernos, ya que son inclinaciones naturales y espontaneas. No son estas las emociones que queremos arrancar de raíz. ¡La santidad no consiste en no sentir nada! Lo que si debemos desarraigar, son los actos que se desprenden como consecuencia de dichas emociones. Un ejemplo son esos rumores que voluntariamente alimentamos en nuestros corazones por varios días, y que lo único que logran es hacer que desperdiciemos nuestra energía.

 

En la medida en que nuestro adorado Jesús se encuentre presente en sus corazones, todo su ser se alejara de una cultura que con mucha frecuencia los ha engañado. Una vez hayan muerto en lo que respecta a su vida pasada, encontrarán una nueva vida en Cristo. Las estrellas no dejan de brillar en presencia del sol;  lo que sucede es que la luz solar es tan brillante que las oculta. Del mismo modo, nosotros ya no estamos solos cuando vivimos en Jesús, ya que nuestra vida está oculta en Cristo con Dios.

 

La persona que se gane nuestros corazones, nos ha ganado completamente. Aun cuando nuestro corazón es la fuente de nuestras acciones, este necesita nuestras instrucciones para saber cómo proceder. Si ustedes viven a Jesús en sus corazones, no pasara mucho tiempo antes de que comiencen a exteriorizar esta vivencia en todo lo que hacen. Dediquen y consagren su corazón, su alma y su voluntad a Dios, como si los tuvieran en sus manos. Poco a poco, a medida que vayamos cambiando la orientación de nuestro corazón, encontraremos nuestra verdadera existencia en Jesús viviente. Nosotros aprendemos a amar lo que Dios ama. Cuando eso suceda, tal y como hiciera Maria, podremos decir, “¡Todo mi ser proclama la grandeza del Señor!”

 

 

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)