Vigésimo Domingo en el Tiempo Ordinario (Agosto 18, 2019)

Las lecturas de hoy nos recuerdan algunas de las pruebas que debemos soportar para poder formar parte del Reino del Señor. San Francisco de Sales nos dice que estas pruebas no deben asustarnos. Nuestra fe en la verdad de la palabra de Dios nos dará la victoria sobre nuestros enemigos.

Todo lo bueno del ser humano es resultado de perseverar en la verdad en vez de abandonarla. Todo lo bueno que tenemos consiste en que aceptemos la verdad de la palabra de Dios, y de nuestra perseverancia en ella. Es posible que esto implique que tendremos que sufrir para poder compartir en el Reino del Señor. Sin embargo, si nos armamos con el escudo de la verdad y de la fe venceremos valientemente a nuestros enemigos, porque nuestra fuerza proviene de Dios y no de nosotros mismos.

El miedo es el primer enemigo que debemos enfrentar cuando nos decidimos a servir a Dios. Pensamos que la santidad nos exige demasiado y decimos, "¡Por Dios, hay que ser perfecto para vivir una vida santa! Es una meta demasiado alta para mí. No puedo lograrlo. Jamás podré hacerlo”. ¡No hay que abrigar la vana esperanza de querer ser santos en tres meses! Piensen en la cobardía que mostró Pedro al momento de la crucifixión. Tengan siempre presente en sus mentes que todos podemos ser tentados. No le teman ni a la tentación ni a quienes buscan tentarlos. Ellos no tendrán poder alguno sobre ustedes, siempre y cuando ustedes porten el escudo de la fe y la armadura de la verdad. Es nuestra fe en la verdad de la palabra de Dios lo que nos mantiene firmes en nuestro propósito de servirle de la manera más generosa y perfecta que nos sea posible en esta vida.

No sientan miedo de no poder llevar a cabo la obra que Dios les ha llamado a realizar. Ustedes están armados con la verdad de Dios. Su Palabra los fortalecerá para que insistan en hacer lo que sea necesario para lograr su bienestar y felicidad, siempre y cuando ustedes se mantengan en la senda con humildad y cumpliendo con las prácticas religiosas. ¡Felices aquellos que cuentan con la verdad de Dios, porque ésta será su escudo contra las flechas de sus enemigos y les dará la victoria!

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)