CONMEMORACION DE TODAS LAS ALMAS (Noviembre 2, 2017)

Énfasis Sugerido

"Cristo, una vez levantado de entre los muertos, no morirá jamás; la muerte ya no tiene poder sobre el" (Romanos 6: 3 – 9)

Perspectiva Salesiana

En cuanto al tema de orar por los muertos, San Francisco de Sales escribió: “Nosotros creemos que debemos orar por los fieles que se han ido, y que las oraciones y las buenas obras de los vivos los alivian y son provechosas para ellos, por la siguiente razón: que todos aquellos que mueren en la gracia de Dios, y que consecuentemente serán contados entre los santos, no van al paraíso al mismo momento de la muerte, sino que algunos van al Purgatorio donde ellos sufren un castigo temporal del cual pueden ser liberados por medio de nuestras oraciones y buenas obras”. ( La Controversia Católica, 3, pagina 353- 354)

Nosotros oramos por nuestros hermanos y hermanas que se han ido. Nosotros oramos para que hayan obtenido el descanso. Nosotros oramos para que ellos estén experimentando la plenitud de la paz. Nosotros oramos para que ellos ya no tengan necesidad de nada. Nosotros oramos para que ellos tomen su lugar en el banquete eterno del amor, un lugar que ha sido preparado para ellos por Dios desde antes del principio de los tiempos.

En esta festividad de Todas las Almas, oramos por todos los muertos a quienes hemos amado y perdido.

Pero la oración es una conversación. La oración es una experiencia mutua. La oración no es una avenida unidireccional. Por lo tanto, nosotros no solo oramos por los muertos: también les oramos a ellos, por que ellos no son meramente “los muertos” sino que también son contados entre los santos.

Nosotros oramos a ellos para que nos ayuden y para que nos apoyen. Nosotros oramos a ellos para que nos guíen y nos den fuerza. Nosotros oramos a ellos para que nos den paciencia y abstención. Nosotros oramos a ellos para que nos ayuden en la reconciliación y la sanación. Algún día, nosotros podemos llegar a orar a ellos para que nos den la habilidad de simplemente poner un pie en frente del otro.

He aquí un simple ejemplo de este tema. Francisco de Sales tuvo la oportunidad de escribir una carta para animar a una mujer casada. En ella él recomienda: “Me gustaría que ustedes consideraran cuantos santos, hombres y mujeres, han vivido en estado de matrimonio como ustedes, y todos ellos han aceptado esta noción con prontitud y felicidad: Sara, Rebecca, Ana, Mónica, Paula y otros tantos. Has que este conocimiento se convierta en la fuente de tu ánimo y pídeles que oren por ti”. (Stopp, Cartas Selectas, pagina 61)

Así pues, nosotros no solo oramos por los muertos sino que también les oramos a los muertos. Nosotros les pedimos que oren por nosotros. Así como la muerte ya no tiene poder sobre ellos, nosotros también oramos para que los efectos del pecado y de la muerte no tengan poder sobre nosotros en lo que nos reste en este viaje por la tierra. Nosotros les pedimos que cuando nosotros pasemos, al igual que ellos, de este mundo al próximo, podamos unirnos a ellos en el eterno banquete del amor.