CUARTO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (Enero 30, 2022)

Énfasis Sugerido

“El amor se regocija en la verdad…”

Perspectiva Salesiana

Jeremías no quería ser un profeta. Esta vocación parecía no traer nada más que problemas, y con Buena razón: Los profetas del pasado tenían el mal hábito de ser fastidiados; ser rechazados; ser golpeados; algunas veces incluso terminaban muertos. Aun así, Dios fue firme en su resolución de que Jeremías debía llevar la vida de profeta- esto es, debía estar dispuesto a hablar con la verdad, a ser capaces de decir las cosas ‘como son’ – y que Dios mantendría a Jeremías en medio de cualquier oposición o de cualquier peligro al que el tuviera que enfrentarse.

No es de sorprenderse entonces que Jesús, también, experimento esa misma oposición, hostilidad y rechazo. Como ha sido ilustrado en el Evangelio de hoy, hablar con la verdad – vivir en la verdad- algunas veces incita muchos problemas.

En virtud de nuestro Bautismo y Confirmación nosotros también hemos sido llamados a vivir la vida de manera profética. Utilizando las palabras de San Pable, nosotros “no nos regocijamos en lo que es falso; nosotros nos regocijamos en la verdad.” Aun así como todos sabemos, esto es mas fácil decirlo que hacerlo. En un día cualquiera se presentan muchas ocasiones en las que dudamos si debemos decir la verdad por cualquier numero de rezones: puede ser que no queremos causar problemas; puede ser que no queremos molestar a los demás; no queremos que los demás se enfaden; no queremos que los demás se pongan de mal genio con nosotros; nosotros queremos caerle bien a los demás. Y por eso, nosotros medimos nuestras palabras; nosotros hablamos de forma complicada; nosotros no decimos lo que pensamos; nosotros no pensamos lo que decimos.

Nosotros mentimos.

Francisco de Sales escribió: “Tu lenguaje debe ser moderado, franco, sincero, candido, que no afecte a los demás, y que sea honesto. Debemos mantenernos alerta para no equivocarnos, para evitar la ambigüedad y para no tener que disimular.” Aun así, esto no nos da el derecho a ser crudos cuando decimos la verdad: recuerden que Francisco de Sales también nos dice que nosotros tenemos más oportunidades de ganarnos el favor de la gente con una cucharadita de miel que con un galón de vinagre. Cuando nos sea posible, debemos hablar la verdad de manera gentil, suave, simple y directa, tratando de evitar los dos extremos: el de ser indecisos o temperamentales. Es mas, decir las cosas ‘como son’ no es lo mismo que ‘sacarlo todo de adentro’. Francisco continua: “Aun cuando no siempre es aconsejable decir todo lo que es verdadero, nunca es permisible hablar en contra de la verdad.”

Sin importar cuan pequeña o grande sea la verdad de la cual estamos hablando en una forma calmada, humilde, gentil y respetuosa, la verdad es que no podemos predecir – y ciertamente no podemos controlar- como la verdad será escuchada o recibida por los demás. Quizás no es coincidencial, entonces, que el amor no solo se “regocije en la verdad”, sino que también requiere paciencia; también requiere abstención; no tiende al enojo; no se concentra en las heridas; ultimadamente requiere “confianza, esperanza y el poder para soportar.”

Jesús nos prometió que “la verdad nos hará libres.” Pero Jesús nunca nos prometió que esto seria algo fácil de hacer.