DOMINGO 20 EN TIEMPO ORDINARIO (Agosto 20, 2023)

Enfasis Sugerido

“Observen lo correcto, hagan lo que es justo; por que mi salvación está a punto de llegar, mi justicia, está a punto de ser revelada.”

Perspectiva Salesiana

Nuestro Dios puede ser descrito de muchas formas: como un Dios de amor; como un Dios de vida; como un Dios de salvación; como un Dios de reconciliación; como un Dios de paz.

Y como nos recuerdan las lecturas de hoy del profeta Isaías, nuestro Dios es también un Dios de justicia. Esto significa que Dios es justo, que Dios es equitativo. Dios es moralmente recto. Dios es razonable y honesto.

Dios le da a cada quien lo que se merece.

Nosotros estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Con este fin, igual que Dios, nosotros también estamos llamados a ser personas justas, y a otorgar a los demás lo que les corresponde.

En la medida en que Dios nos llama a vivir una vida justa, una de nuestras grandes tentaciones es actuar de manera injusta, ósea, vivir con “dos corazones”. En su Introducción a la Vida Devota, Francisco de Sales escribió: “En general nosotros preferimos las riquezas a la pobreza… incluso preferimos a aquellos que se visten bien. Rigurosamente exigimos nuestros derechos, pero queremos que los demás tengan consideración a la hora de exigir los suyos. Nos quejamos con facilidad de nuestros vecinos, pero esperamos que ellos nunca se quejen de nosotros. Las cosas que hacemos por los demás siempre nos parecen enormes y de gran sacrificio, pero lo que los demás hacen por nosotros nos parece poco. En resumen, tenemos dos corazones. Tenemos una actitud moderada, agraciada y cortés hacia nosotros mismos y a la vez tenemos un temperamento duro, severo e intransigente con los demás”. (Parte III, Capítulo 36)

Francisco de Sales nos desafía a que “seamos justos y equitativos en todas nuestras acciones. Pónganse siempre en el lugar de sus vecinos y póngalos a ellos en el suyo, y entonces así vivirán justamente. Imaginen que ustedes son los vendedores cuando vayan a comprar algo, y que son los compradores cuando estén vendiendo algo, y así podrán vender y comprar justamente……al final no perdemos nada si vivimos de forma generosa, noble, cortés y con un corazón que sea real, justo y razonable. Examinen frecuentemente sus corazones para ver si están en buena disposición para con sus vecinos, de la misma forma en que ustedes esperan que los corazones de sus vecinos estén en buena disposición para con ustedes.” (Ibid)

La justicia entonces no se trata solo de imitar un atributo lejano e inalcanzable. La justicia no es solo un asunto de remediar la desigualdad social. La justicia no se limita a trabajar por un noble propósito global. La justicia debe ser la pieza fundamental de incluso la más pequeña, la más mundana de las dimensiones de las vidas de todos aquellos que deseamos seguir a Jesús, de todos aquellos que deseamos vivir una vida devota. Se trata, con toda certeza, de ser mas plena – y profundamente- humano.

En la medida en que tratemos a los demás como queremos que ellos nos traten a nosotros en los pequeños intercambios de la vida diaria – ósea que nos traten justamente, razonablemente, con rectitud- estaremos hacienda uso de la justicia divina de Dios. Qué mejor forma de dar a Dios lo que le corresponde que dándonos los unos a los otros lo que es debido…. Y, en ese mismo proceso, reconocer las bendiciones que llegan a nuestras vidas cuando nuestro corazón es uno solo.