DOMINGO 32 EN TIEMPO ORDINARIO (Noviembre 6, 2022)

Enfasis Sugerido

“Unos Saduceos se acercaron a preguntarle esto a Jesús.”

Perspectiva Salesiana

Las preguntas jugaban un rol muy importante en la vida teológica, religiosa, política y cultural de los Judíos. El llamado “Método Rabinito” presumía que la mejor forma de llegar a conocer la verdad era aprender a hacer las preguntas correctas.

Elie Wiesel –– autor, estudiante, y sobreviviente del holocausto- observa esto en las primeras paginas de su libro Noche. En él, el mentor de Wiesel le explica “con gran insistencia que cada persona posee un poder que no radica en la respuesta.” (Bantam Books, 1960)

Hay poder en una pregunta. Hay promesa en una pregunta. Hay posibilidad en una pregunta.

Este entendimiento plantea el contexto para la selección del día de hoy del Evangelio de Lucas. La pregunta de los Saduceos acerca del matrimonio y de la vida después de la muerte (que era algo similar a la pregunta que hizo el sacerdote mayor y los escribanos en los versos que preceden inmediatamente a estos versos con respecto a los impuestos que hay que pagarle al Cesar) puede no haber sido simplemente un intento para hacer que Jesús tropezara o para desacreditarlo: puede haber sido también un deseo legitimo de poner fin a una disputa que había venido desde hace mucho tiempo entre los Saduceos y los Fariseos (y los lideres religiosos de ambos grupos) quienes estaban en desacuerdo con respecto a una variedad de asuntos.

Aun así, igual que muchas otras veces antes, a ellos nos les gustaban, no entendían o no aceptaban las respuestas de Jesús.

He aquí la tragedia.

Los escribanos, los sacerdotes, los Saduceos y los Fariseos todos fueron criados en una cultura que veía las preguntas como el camino a la verdad mística. Irónicamente, ellos pudieron haber sacado mucho provecho de Jesús – la personificación de toda la verdad mística- precisamente por que ellos tuvieron tantos encuentros con el, quizás muchos mas encuentros que otros grupos mencionados en todo el Evangelio! Es triste decirlo, pero parece que ellos consistentemente hacían las preguntas incorrectas: preguntas de poca visión, preguntas egocentristas, preguntas poco genuinas o poco sinceras, todas con una respuesta predeterminada en mente.

Cuando le preguntaron por qué oraba todos los días, el mentor de Elie Wiesel respondió: “Yo oro al Dios dentro de me para que Dios me de la fuerza para hacer las preguntas correctas.”

Qué tan seguido en nuestras vidas diarias con Jesús y con los demás nosotros pedimos, deseamos e incluso exigimos respuestas? Cuánta energía gastamos queriendo llegar al fondo de un asunto? Aun así, con todo y nuestros esfuerzos, estamos más cerca de conocer las cosas que verdaderamente importante, las preocupaciones de la tierra que nos guían a las cosas del cielo? Por qué nuestro entendimiento de la voluntad de Jesús para con nosotros, su deseo para nosotros, su anhelo y su amor por nosotros parece tan elusivo?

Será que nosotros, también, estamos fallando a la hora de hacer las preguntas correctas?0