DOMINGO DE PENTECOSTES (Junio 9, 2019)

Enfasis Sugerido

“Cada uno de nosotros los escucha hablar en nuestra propia lengua acerca de las maravillas que Dios ha logrado.”

Perspectiva Salesiana

Sin importar el hecho de que ellos hablaban a diferentes personas con diferentes lenguajes y diferentes culturas, los apóstoles eran entendidos por todas las personas que los escuchaban cuando proclamaban las maravillas que Dios había logrado.

Cómo era esto posible?

Encendidos por el amor del Espíritu Santo, los apóstoles podían hablar el lenguaje del corazón. Ellos estaban hablando con entusiasmo. Ellos estaban hablando con gratitud. Ellos estaban alabando y dando gracias. Ellos estaban hablando desde el fondo de su ser. Ellos estaban hablando desde su alma.

En resumen, ellos estaban hablando el lenguaje universal – el lenguaje del corazón.

Nosotros somos muy humanos – somos muy divinos – cuando hablamos el lenguaje del corazón, cuando hablamos el lenguaje del amor, cuando hablamos y escuchamos con el alma, cuando estamos basados en la Palabra-Hecha-Carne.

Como sabemos muy bien, por experiencia propia, la comunicación es más que el encuentro de los ojos… o de la lengua o el oído. Comunicarse es algo más fácil de decir que de hacer. Frecuentemente malinterpretamos. Frecuentemente presumimos que sabemos lo que otras personas están pensando o sintiendo. Frecuentemente usamos las mismas palabras aún cuando tienen diferentes significados. Frecuentemente tenemos formas distintas de decir la misma cosa. Frecuentemente oímos, pero frecuentemente fracasamos al escuchar. Siempre estamos hablando, pero hablar no es lo mismo que comunicarse…. O hablar de corazón a corazón.

San Francisco de Sales nos dice que el Espíritu Santo viene a encender los corazones de los creyentes. Cuando hablamos y escuchamos con el corazón encendido de alegría, verdad y gratitud, el conflicto encuentra un camino hacia el entendimiento, la confusión halla la claridad, el distanciamiento encuentra el camino hacia la intimidad, el dolor encuentra la forma de sanar, la frustración encuentra el perdón, la violencia encuentra la paz, el pecado encuentra la salvación.

Francisco de Sales nos ofrece este consejo: “Habla siempre de Dios como Dios, esto significa, con reverencia y devoción, no con ostentación o amaneramientos, sino con un espíritu caritativo, dócil, y humilde. Deja que la miel de la devoción, y de esas cosas divinas que son imperceptibles al oído de una y otra persona, fluyan cuanto más puedan. Ora en tu alma para complacer a Dios, y que él haga que este rocío bendito penetre en los corazones de aquellos que te escuchen. Es maravilloso como una propuesta dulce y amigable atrae los corazones de los oyentes.”

Cómo necesitamos hablar, escuchar, o practicar el lenguaje del amor hoy?