Énfasis Sugerido
“Que la gracia y la paz de Nuestro Señor, Jesucristo, el amor de Dios y la unión del Espíritu Santo esté siempre contigo.”
Perspectiva Salesiana
Dios es revelado a nosotros como un Padre creador y amoroso, un Hijo que nos redime y nos cuida, y un Espíritu que nos reta y nos inspira. Es en la imagen y semejanza de la Trinidad que nosotros hemos sido creados; es en la imagen y la semejanza de la Trinidad que hemos sido llamados a vivir con los demás en esta tierra; es en la imagen y semejanza de la Trinidad que nosotros estamos destinados a la gloria del cielo.
La trinidad habla de la plenitud creativa, la Trinidad habla de la abundancia sanadora; la Trinidad habla de la generosidad inspiradora.
El Espíritu Santo, la Sabiduría de Dios, es la fuente de los regalos que necesitamos para experimentar y para personificar a este Dios Trino en nuestra vida diaria. San Francisco de Sales escribió en su Tratado del Amor de Dios: “Necesitamos mantener la calma para contener las inclinaciones rebeldes de la sensualidad; justicia, para hacer lo que es correcto en relación con Dios, nuestros vecinos y nosotros mismos; fortaleza, para que podamos mantenernos fieles a hacer lo que está bien y evitar el mal; prudencia, para descubrir la manera apropiada para hacer lo que está bien, y practicar la virtud; conocimiento, para conocer el bien verdadero al que debemos aspirar, así como también el mal verdadero que debemos refutar; entendimiento, para penetrar las bases más importantes de la belleza y la excelencia de la virtud, y; a la final, sabiduría, para contemplar la naturaleza divina, la fuente única de todo lo que es bueno.” (Tratado del Amor de Dios, Libro 11, Capitulo 15)
Suena familiar? Debería: nosotros conocemos esto como los “siete regalos” del Espíritu Santo.
El amor que viene de este Dios Trino, ese amor que es parte y base de quienes somos, contiene todos estos regalos. Francisco de Sales describió este amor como “un lirio espléndido que tiene seis pétalos más blancos que la nieve. En el centro están los pequeños martillos dorados de la sabiduría que brindan a nuestro corazón el sabor amoroso, el sabor de la bondad del Padre, nuestro Creador, la compasión del Hijo, nuestro Redentor, y la dulzura del Espíritu Santo, nuestro Santificador.” (Ibíd.)
Aún cuando la Trinidad sea misteriosa, dos cosas quedan claras: (1) nosotros estamos llamados a personificar la plenitud creativa de Dios, la abundancia sanadora de Dios, y la generosidad inspiradora de Dios, y: (2) hemos sido otorgados los regalos para hacer de este llamado una realidad.
Dios, ayúdanos a reflejar tu imagen clara – y convincentemente – en nuestra mente, nuestros corazones, actitudes y acciones. Danos la gracia para ser tu dichadía con día en la vida de los demás.