Énfasis Sugerido
"Déjame Señor, por que yo soy un pecador."
Perspectiva Salesiana
Nosotros tenemos todas las razones para creer que Pedro fue un muy buen pescador. El sabía como, cuando y en donde encontrar los pescados. El sabía cuales eran los mejores lugares para pescar. El sabia cuando debía quedarse en un lugar; él sabia cuando debía moverse a otro sitio. Quizás mucho más importante, Pedro sabia que incluso los pescadores mas exitosos algunas veces regresan a casa con las manos vacías.
Entra Jesús: un Nuevo rostro; un Nuevo nombre. Aún cuando aparentemente fue un gran profesor y un gran sanador, él fue la ultima persona de quien Pedro esperaba recibir consejos sobre como pescar. Hay alguien que pueda culpar a Pedro por ese escepticismo inicial?
Aun así, él cedió. Por cualquiera que haya sido la razón – una intuición sobre el poder de Jesús- Pedro y sus colegas regresaron a las aguas profundas del lago. Y como ya sabemos, su reacio Segundo esfuerzo fue recompensado mucho más allá de lo que esperaba.
Este misterioso y repentino cambio en las circunstancias hace que Pedro reconsidere sus propios pecados. En particular, quizás su creencia de que el sabia mas que Jesús con respecto a la pesca; incluso su esperanza de avergonzar a Jesús; quizás también su propio resentimiento al darse cuenta de que Jesús estuvo en lo correcto.
Parece que Pedro no era tan perfecto después de todo.
Y aun así, es precisamente esta persona imperfecta (junto con otras personas imperfectas) a quien Jesús llamo a aprender y a compartir su amor. Por qué?
San Francisco de Sales le da a la puntilla en la cabeza: "Aún cuando él estuvo sujeto a tantas imperfecciones, San Pedro fue escogido por que, a pesar de sus defectos, él siempre estuvo lleno del coraje suficiente para reconsiderar una situación. Pedro tuvo el coraje para escuchar – sin importar cuan reacio – el consejo de Jesús. Pedro tuvo el coraje – después de todo, él habría quedado en ridículo frente a sus colegas – para seguir el consejo de Jesús. Pedro tuvo el coraje para enfrentar su propia arrogancia. Finalmente, Pedro tuvo el coraje para considerar que algunas veces la sabiduría de Dios s extiende mas allá de nuestras expectativas y opiniones.
Nosotros, igual que Pedro, somos personas imperfectas. Nosotros tenemos defectos y faltas. Aún así, Jesús nos llama, también, tal y como somos, para que seamos sus discípulos. Tengan el coraje para reconocer sus dones; tengan el coraje para reconocer sus pecados; tengan el coraje para aprender de los demás; por sobre todo, tengan el coraje para seguir la invitación de Dios sin importar a donde, cuando o como esta los guíe.