Énfasis Sugerido
“Amaos los unos a los otros como Yo los he amado.”
Perspectiva Salesiana
Jesús nos ha enseñado una clase de amor que es muy diferente del amor que experimentamos comúnmente en el mundo. A través de Sus palabras y Sus obras, El nos mostró el amor de la Trinidad. Este amor es un amor auto-sacrificado, un amor tan enfocado en los demás, que el yo es olvidado. En el gran misterio de la Pascua, vemos a Jesús tan absorbido en el amor del Padre que El voluntariamente sacrificó SU propio ser por este amor: su amor por la voluntad del Padre era todo lo que importaba.
San Francisco de Sales es un maestro espiritual en la escuela de este amor. Su gran obra, Tratado del Amor de Dios, traza el viaje al corazón mismo del amor de la Trinidad. Al final de este trabajo de dos volúmenes, Francisco alcanza el Calvario. Para Francisco, esta es la verdadera academia del amor: cuando la voluntad humana se rinde ante la voluntad del Padre en un acto de auto-donación, el amor florece. Nada enciende el corazón humano como este amor desinteresado.
Francisco de Sales escribió: “La muerte y pasión de nuestro Señor es lo más dulce, el motivo más poderoso que puede animar nuestros corazones en esta vida mortal… Los hijos de la cruz se glorifican en esto, y esta es la paradoja que el mundo no comprende: De la muerte, que devora todas las cosas, ha venido el alimento de nuestra consolación, y de la muerte, fuerte por sobre todas las cosas, ha salido la dulce miel de nuestro amor. O Jesús, mi Salvador, que tan merecedora de la vida es nuestra muerte, por que es el efecto supremo de tu amor.” (Tratado, Parte 12, Capitulo 13)
Tu puedes preguntarte como San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal pueden ser conocidos por desarrollar una filosofía de la vida tan optimista, gentil, humilde y afectuosa, si está centrada en el Calvario. Cómo pueden la amistad y la devoción emanar de esta fuente? Sin embargo, esto precisamente es lo que celebramos hoy. La Pascua, la Resurrección, la nueva vida prometida por Dios, son nuestras cuando seguimos este camino. Mientras que nosotros siempre pasaremos por el Calvario, Jesús nos ha demostrado que el objeto de este amor sacrificado será poder compartir en la vida de la Trinidad misma. Esta vida, el destino verdadero del espíritu humano, es el amor que nunca termina.
Nosotros no tenemos que buscar muy lejos para encontrar la oportunidad de dar amor sacrificado. Como San Francisco de Sales sabia muy bien, estas oportunidades están presentes en cada caminata de la vida y en cada situación de la vida. Estas vienen en tamaños pequeños, medianos y grandes. El deseo diario y la habilidad para acogerlas es la llave para la santidad. Escuchemos a Jesús: “Todo esto te digo que mi dicha puede ser tuya y tu dicha puede ser completa.