Reflexión de Salesiana para el Domingo
Cuarto domingo de Pascua
21 de abril de 2024
En el Evangelio de hoy experimentamos a Jesús, quien se describe a Sí mismo como el Buen Pastor y nos cuenta lo que esto significa. San Francisco de Sales nos recuerda que todos somos pastores que deben cuidar de sus ovejas:
Nuestro Buen Pastor nos reúne a Su alrededor para mantenernos siempre bajo Su sagrada protección. Pero nosotros también somos pastores y tenemos un rebaño al que debemos cuidar. Nuestro rebaño son nuestros deseos, nuestros sentimientos y nuestras emociones. Debemos vigilar este rebaño espiritual, aprendiendo de Jesús cómo autogobernarnos.
Debido a que algunas veces perdemos fácilmente el dominio sobre nuestro ser, Nuestro Buen Pastor quiere que dejemos de tratar de auto-controlarnos, excepto para aceptar y cumplir con Su voluntad. Él desea que logremos alcanzar la plenitud. Siguiendo los pasos del Buen Pastor, aprenderemos cómo dirigir, controlar y ordenar nuestros deseos, sentimientos y emociones, de modo que se conformen a la bondad de Dios. ¿Qué podría ser más agradable para el Divino Pastor que el que le entreguemos nuestro amor para que pueda purificarlo? El amor sagrado es nuestro primer deseo. El verdadero amor se logra cuando dejamos de vivir según nuestros deseos egoístas, y empezamos a vivir según las inspiraciones y las persuasiones de Nuestro Salvador.
Nuestro Pastor nos alimenta dulcemente con un amor incomprensible. Él murió en el amor y por el amor. Para darnos la vida, Él padeció la muerte. ¿Qué nos queda? Debemos consagrar cada momento de nuestras vidas al amor sagrado de Nuestro Salvador que nos abrió las puertas a la vida eterna. Es decir, debemos hacer realidad todas nuestras obras, todas nuestras acciones y todos nuestros pensamientos de modo que la gloria de Dios pueda brillar a través de ellos. ¡Qué felices seremos si permanecemos en la presencia del Pastor, ayudándole con nuestra fe a que Su reino se haga realidad entre nosotros!
(Adaptado de la obra "Sermones" de San Francisco de Sales,L. Fiorelli, Ed., y el Tratado Sobre el Amor de Dios de San Francisco de Sales).