Cuarto domingo de la Pascua (12 de Mayo de 2019)

El Evangelio de hoy nos permite experimentar a Jesús, el Buen Pastor, que cuida de Su rebaño. San Francisco de Sales nos recuerda que nosotros también debemos ser buenos pastores que cuidan de su rebaño.

Hay quienes dicen que los pastores representan a todos aquellos que desean ser santos. Sin embargo, si cada uno de nosotros es un pastor, ¿quiénes son nuestras ovejas? Nuestros deseos, sentimientos y emociones. Nuestra obligación es velar por este rebaño espiritual. Jesús nos enseña a gobernar y a controlar nuestros deseos, sentimientos y emociones.

Al igual que un pastor que cuida de sus ovejas, nuestro Buen Pastor nos reúne a Su alrededor para hacernos suyos. Él desea que manejemos nuestras vidas a la luz de la voluntad de Dios y no conforme a nuestros deseos. En Jesús aprendemos a dirigir nuestro rebaño y a controlar nuestros deseos, sentimientos y emociones de manera que nos conduzca a la salud espiritual.

¿Qué puede complacer más a Nuestro Divino Pastor que el que le entreguemos la oveja de nuestro amor? El amor es el principal deseo del espíritu humano. El verdadero amor se logra cuando vivimos según las inspiraciones y los impulsos que Dios aviva en nosotros.

Nuestro Dios es el Dios del corazón humano. Nuestros corazones están sedientos de Él. Nosotros tenemos una inclinación natural por conocer y amar a Dios. Ningún otro amor puede satisfacernos como lo hace la bondad infinita de Dios, quien nos da la vida eterna.

San Augustín dijo: “Amen a Dios, y después hagan lo que deben hacer”. Cuando todos nuestros amores provienen del amor de Dios, podemos decir que verdaderamente lo amamos. ¡Qué felices seremos si permanecemos en presencia de Nuestro Buen Pastor y si lo seguimos e imitamos fielmente Su ejemplo! Será entonces que podremos servirle según Su voluntad y ser buenos pastores para nosotros mismos y para los demás.

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)