Quinto Domingo de Pascua (19 de Mayo de 2019)

Las lecturas de hoy nos recuerdan que para poder entrar en el Reino de Dios debemos perseverar en nuestra fe en Jesucristo. San Francisco de Sales hace énfasis en la necesidad de perseverar en el amor a Dios.

La perseverancia es el don más deseable al que podemos aspirar en esta vida. Toda nuestra felicidad está basada en la perseverancia y es por esto que yo insisto en que ustedes deben persistir hasta el fin. Nuestro bienestar no sólo consiste en aceptar la verdad de la Palabra de Dios, sino también en perseverar en esa verdad. El Espíritu de Dios nos invita a que tengamos en cuenta como hemos comenzado para que así mismo podamos llegar al final. El Espíritu hace que nos regocijemos con las flores de la primavera, sólo con la expectativa de que podamos disfrutar de los frutos del verano y el otoño.

El objetivo de la vida cristiana es transformar nuestro espíritu egocentrista en el espíritu de Cristo. A lo largo de nuestras vidas siempre se despertarán en nosotros ciertos intereses egoístas a los cuales debemos renunciar. Entre más nos distanciemos de nuestros deseos egoístas, y accedamos a lo que Dios desea para nosotros, nuestros espíritu humano se ira llenando más de paz, y poco a poco se librará de su intranquilidad interior.

El verdadero amor aspira a complacer a aquellos en quienes se complace. El ejemplo que nos dan las personas que amamos ejerce un poder imperceptible sobre nosotros. Es imposible no amoldarnos a quienes amamos. Si nos deleitamos con frecuencia en Dios, nos amoldaremos a EL, y nuestra voluntad será transformada en la divina voluntad de Dios. La adaptación de nuestro corazón al amor de Dios ocurre cuando depositamos todos nuestros afectos en las manos de Dios para que El los moldee, y para que sea él quien guíe nuestro espíritu. A su vez, responderemos al amor de Dios por medio del amor por los demás.

La fe nos enseña que todo lo que es verdadero y bueno en nosotros proviene de Dios solamente. Por ello debemos tener suficiente coraje y una confianza muy firme en la ayuda de Dios. EL, que nos lleva tomados de la mano, nos ayudará a soportar las dificultades que de otra forma nos resultarían insoportables. Si continuamos respondiendo al amor y a la misericordia de Dios, EL consumará la obra de nuestra salvación.

(Adaptado de los escritos de San Francisco de Sales)