Reflexión Salesiana para el Domingo
Primer Domingo de Adviento Noviembre 27 de 2022
Las lecturas del evangelio para hoy, el primer domingo de Adviento, nos urgen a caminar por la luz del Señor. Este es un llamado a que respondamos al amor de Dios a través de un cambio de corazón. Al respecto, San Francisco de Sales observa lo siguiente:
María, cuyo corazón es inigualable, entregó su mente, su corazón y su alma a Dios sin reserva. Su voluntad se conformó a la voluntad de Dios con una perfección superior a la de todas las criaturas. El único cambio en la devoción de María, es un aumento de su virtud y la reafirmación de su resolución de pertenecer completamente a Dios. En nuestro caso, sin embargo, las continuas vicisitudes de la vida y a nuestra tendencia a cambiar constantemente de afectos, hacen necesario que renovemos frecuentemente las promesas que hemos hecho de acoger y vivir la palabra de Dios.
¿Cómo podemos afirmar continuamente que pertenecemos solamente a Dios? Si realmente cuidamos de nuestro corazón, cada mañana y noche debemos consagrar nuestra mente, corazón y cuerpo al amor de Dios y a servirlo. Lo primero que deben hacer en la mañana es preparar sus corazones para que estén en paz. A lo largo del día deben asegurarse de que su corazón regrese a ese estado de calma. ¡Bienaventurados son aquellos que caminan por la senda del amor de Dios porque sus corazones han sido transformados!
Ustedes me preguntarán, ¿cómo puedo entregarle mi corazón a Dios sabiendo que tiene tantas imperfecciones? ¿Cómo le complacería a Él este corazón sabiendo que muy pocas veces me he conformado a Su voluntad? Y yo les diré, ¿acaso no saben que Dios puede transformarlo todo en algo bueno? Dios nunca dijo “Entréguenme corazones que sean puros como los de los ángeles o el de María”, Él dijo, “entréguenme sus corazones”. Por lo tanto, entréguenle a Dios sus corazones tal y como son; Él desea solamente lo que ustedes son.
Busquemos el amor que Dios desea darnos. Así como los ciervos cuando son perseguidos por los cazadores redoblan su velocidad, hasta tal punto que pareciera que volaran, nosotros debemos correr por la senda en búsqueda de todo lo que Dios desea para nosotros. No sólo debemos correr, sino que también debemos pedirle a Dios que nos de las alas de una paloma para que podamos volar muy alto en esta vida y para poder encontrar descanso en la eternidad.
(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)