Tercer Domingo de Cuaresma 20 de Marzo de 2022

Reflexión Salesiana para el Domingo

Tercer Domingo de Cuaresma

20 de Marzo de 2022

 Las lecturas de hoy están dirigidas a los catecúmenos que se preparan para el bautismo. Las escrituras revelan como Dios se preocupa por aquellos que, al igual que Moisés y las mujeres Samaritanas, tienen fe y esperanza, y saben vivirlas. Al respecto, San Francisco de Sales añade lo siguiente: “La fe de Moisés en la palabra de Dios fue lo que le permitió utilizar su cayado para lograr que el agua fluyera de la roca. Es necesario prestar atención a la Palabra de Dios, para que podamos nutrirnos de ella al tiempo que cumplimos con nuestras obligaciones en este mundo. Toda nuestra bondad consiste en aceptar la verdad que encierra la Palabra de Dios, y perseverar en ella. En la Eucaristía, la “Divina Palabra hecha carne” es la que nos alimenta.

 Nuestro deber es crecer en la Palabra de Dios. Incluso en momentos en que no estén orando, compórtense como si lo estuvieran haciendo. Reflexionen durante el día sobre la infinita bondad de Dios para que dichos pensamientos los renueven. La buena lectura también ayuda a avivar el corazón, y a que este adquiera nueva fuerza y vigor.

 No obstante, nosotros también debemos alimentar y fortalecer la Divina Palabra, abriendo nuestros corazones. Tenemos que estar atentos, y reflexionar sobre todo aquello que Dios tiene para revelarnos en lo más profundo de nuestros corazones. Nuestro deber es digerir la divina palabra parar que esta pueda convertirse en parte nuestra, de tal manera que nos alimente y nos fortalezca. Entonces, al igual que Jesús, podremos transformar nuestras palabras en hechos y poner en práctica las enseñanzas que hemos recibido, con pleno discernimiento de las necesidades más inmediatas.

 El deseo de Nuestro Salvador es que confiemos plenamente en la Divina Providencia. Quienes confían en Dios siempre cosecharan los frutos de su fe. Nuestro Salvador se encarga de cuidar de todos aquellos que demuestran que realmente tienen la voluntad para dejar en Sus manos el cansancio y la ansiedad que produce el empeño por avanzar en la santidad.

 Puede que haya momentos en que nos preguntamos si esa voluntad para complacer a Dios por el resto de nuestras vidas nos va a durar para siempre.

 Porque es cierto que en este mundo ¡no hay nada más débil, y más susceptible a los cambios que nosotros! Por eso debemos expresar a nuestro Señor nuestras buenas intenciones; Él se encargara de renovar nuestra voluntad cuantas veces sea necesario, para que así tengamos la determinación suficiente para vivir la Palabra de Dios en esta vida.

 

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)