Vigésimo Séptimo Domingo en el Tiempo Ordinario (7 de octubre de 2018)

Vigésimo Séptimo Domingo en el Tiempo Ordinario (7 de octubre de 2018)

En el Evangelio de hoy Jesús nos revela que Dios hizo del matrimonio una relación de compromiso sagrado. San Francisco de Sales nos ofrece algunas observaciones paralelas con respecto al matrimonio:

El matrimonio es algo sagrado, ya sea en medio de la riqueza o de la pobreza. Preservar la santidad del matrimonio es sumamente importante para un estado, ya que dicha unión representa el origen y la fuente de todo aquello que fluye del estado. ¡Si tan solo nuestro Salvador fuese invitado a cada uno de los matrimonios que se celebran, como lo fue a las bodas de Caná, el vino de Su consuelo y Sus bendiciones jamás harían falta!

Las personas casadas deben compartir siempre ese amor mutuo al que el Espíritu Santo se refiere en las Escrituras, y que tanto les recomienda. El primer efecto de ese amor divino, es una unión indisoluble de los corazones, los afectos, y el amor entre el esposo y su esposa. El segundo efecto de este amor divino, es una fidelidad inviolable que debe ser respetada por el esposo y la esposa. El tercer fruto del matrimonio es el nacimiento y la crianza de los hijos. El matrimonio es el parvulario del Cristianismo. Es un gran honor, para aquellos de ustedes que son casados, el hecho de que Dios les permita contribuir a una labor tan noble como es la creación a través del nacimiento y la crianza adecuada de los hijos.

Esposas y esposos, continúen avanzando en el amor mutuo que se deben el uno al otro. Procuren que ese amor no degenere en ningún tipo de celos. Muchas veces los celos son como el gusano que crece dentro y se nutre de la manzana más madura y blanda; es un sentimiento que se va gestando aún a pesar del amor más ardiente y convincente que pueda existir entre una pareja de casados. Pero esos celos jamás lograrán penetrar una relación, siempre y cuando ambas personas compartan una amistad basada en la verdadera virtud. Si el amor va siempre de la mano de la fidelidad, juntos generarán intimidad y confianza mutua. ¡Qué mejor entonces que querernos y valorarnos los unos a los otros por medio de un amor completamente sagrado, santo y divino!

(Adaptación de la Introducción a la Vida Devota de San Francisco de Sales)