3 DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (Enero 22, 2023)

Enfasis Sugerido

“Las personas que caminan en la oscuridad han visto una gran luz; hay una luz que brilla para aquellos quienes viven en medio de las tinieblas.”

Perspectiva Salesiana

En su libro titulado La Unión de la Perfección (The Bond of Perfection), Wendy Wright hace la siguiente observación con respecto a San Francisco de Sales: “Es difícil caracterizar de manera precisa el estado espiritual de cualquier persona a través del curso de una vida; lo que si es posible hacer ciertas generalizaciones. La geografía de la relación continúa de Francisco de Sales con lo divino y con las visiones de si mismo que experimento tratando de seguir esa relación, pueden compararse de cierta forma, y en su totalidad, con praderas o como amplias mesetas. Hay cierta noción de libertad, de espacio, una vista de amplios horizontes y una sensación de luz que emana de el” (p. 141)

San Francisco de Sales verdaderamente fue una luz para la gente de su tiempo, a su manera. A través de sus escritos, sus predicamentos y su toque humano, el fue una luz que amplio los horizontes de las personas, que aligero sus cargas y los ayudo a seguir una vida devota acorde con el estado y la etapa en la que sus vidas se encontraban. El fue una luz que disipó las tinieblas de la ignorancia, la ansiedad, el fatalismo y el miedo. El fue una luz que les dio a las personas el corazón que necesitaban para acoger la vida como era… y para soñar con la vida como podía ser.

Nosotros reconocemos a este hombre como un santo precisamente por que su luz propia refleja claramente la luz de Jesucristo. Cristo es la luz que disipa la oscuridad. Cristo es la luz que perdona los pecados. Cristo es la luz que fortalece las rodillas débiles y los corazones disminuidos. Cristo es la luz que dispersa la niebla del pecado y de la tristeza. Cristo es la luz que indica el principio de una nueva era de felicidad y de dicha, de propósito y de promesa.

La selección del evangelio de Mateo, así como la vida de San Francisco de Sales, nos ofrecen un poderoso testimonio de la naturaleza de la luz divina de Cristo: y esta luz esta hecha para ser compartida. Así como Cristo llamo a sus apóstoles a que compartieran su luz, así como Cristo llamo a Francisco a compartir su luz, así también Cristo nos llama a todos y cada uno de nosotros a que seamos fuentes de esa misma luz para los demás. Cada uno de nosotros esta llamado a disipar la niebla del desaliento y de la desesperación cuando estos se hallen presentes en los corazones de los demás. Cada uno de nosotros esta llamado a aliviar las cargas de los demás. Cada uno de nosotros esta llamado a ser una fuente de esperanza para los demás.

No se equivoquen; hay ciertas cargas que están asociadas al hecho de ser fuentes de la luz de Cristo en las vidas de los demás. Nuestra luz debe enfrentarse al lado oscuro de la vida: el mal, el pecado, el cinismo, la hostilidad, la sospecha, los prejuicios y el miedo, por nombrar unos cuantos. Nuestra luz no solo debe iluminar a los demás, sino que también debe iluminar y purificar nuestra propia mente, nuestros corazones, nuestras actitudes y nuestras acciones. Nuestra luz requiere que realmente lleguemos a conocernos a nosotros mismos… y a que realmente lleguemos a conocer a los demás.

Jesús argumenta que la carga que nos implica ser fuentes de Su luz es, paradójicamente, más liviana que cualquier otra carga que nosotros decidamos llevar a lo largo de nuestras vidas. (Mateo 11: 29 – 30) Cómo es esto posible? Por que la luz de Cristo nos eleva! Que benditos, que felices que “livianos de corazón” nos sentimos cuando aprovechamos las oportunidades que se nos presentan a diario de levantarnos… y de ayudar a los demás a que se levanten también!