BAUTISMO DEL SEÑOR (Enero 9, 2023)

Énfasis Sugerido

“Jesús continuo hacienda el bien y curando a aquellos que estaban siendo oprimidos por el demonio, porque Dios estaba con él.”

Perspectiva Salesiana

“Dios es tan bueno que nunca deja de obrar en nuestros corazones para que nos alejemos de nosotros mismos, de las cosas vanas y perecederas en nuestras vidas, para que podamos recibir su gracia y entregarnos completamente a él” (Santa Juana de Chantal)

Hoy estamos celebrando la fiesta del Bautismo de Jesús. El Bautismo de Jesús marca la inauguración de su vida pública. En la primera lectura Isaías especifica el proyecto del ministerio de Jesús. El escribe, “Yo pondré mi espíritu en él y él llevará la justicia a todas las naciones. Yo te he formado… para que abras los ojos de los ciegos, para que saques a los prisioneros de sus confinamientos y de sus calabozos a aquellos que viven en la oscuridad.”

Basándonos en lo que fue recopilado en las escrituras acerca de la vida de Jesús, sabemos que él cumplió con el proyecto sobre el cual Isaías escribió. El se acercó a quienes habían sido marginados, curó a aquellos que estaban enfermos, tocó las vidas de aquellos que se creían eran “intocables,” desafió a sus líderes religiosos a “aplicar lo que predicaban,” y estuvo viajando constantemente haciendo obras de caridad. Aun así, a pesar de todo el bien que el hizo a los demás, Jesús fue crucificado. Como dice el evangelio de hoy, el fue ese “amado Hijo en quien el Padre se hallaba complacido.”

Al celebrar la fiesta del Bautismo de Jesús, también estamos celebrando nuestro propio bautismo. Así como el bautismo de Cristo fue la inauguración de su vida pública, nuestro bautismo es la inauguración de nuestra vida como cristianos. Cristo nos dio un ejemplo en su vida el cual nos permite ver como es que aquellos que son bautizados en el pueden vivir Su vida. Santa Juana nos dice “Dios nunca deja de obrar en nuestros corazones para que salgamos de nosotros mismos y así podamos recibir su gracia y entregarnos completamente a el.” La lectura de los Actos nos dice que “Jesús continuo haciendo el bien y curando a todos aquellos oprimidos por el demonio, por que Dios estaba con el.”

Para vivir nuestras vidas como seguidores de Cristo nosotros también deberíamos “salir de nosotros mismos” e ir “haciendo el bien” y llevando la presencia sanadora y la paz de Cristo a aquellos a quienes el Señor nos pone en el camino. Igual que Cristo, nosotros también deberíamos visitar a los enfermos y acercarnos a aquellos que han sido marginados en nuestras comunidades y en nuestras familias. Nosotros deberíamos hablar con aquellos contra quienes tenemos sentimientos negativos o con quienes nos evocan memorias dolorosas: todos aquellos que consideremos “: intocables,” todas esas personas en nuestras casas, en nuestros barrios o en el trabajo a quienes evadimos, a quienes ignoramos o incluso, a quienes detestamos.

Nosotros necesitamos ser personas que actuamos acorde con lo que profesamos; personas que actuamos como seguidores de Cristo, y esto requiere fuerza y coraje. De la misma forma en que el Padre estuvo siempre con el Hijo durante su vida, nosotros también tenemos la presencia de Cristo en nuestra mente y en nuestros corazones, y esta nos da la fuerza y el coraje que necesitamos para ser seguidores auténticos.

Salgamos entonces de nosotros mismos y de nuestros pequeños mundos para que así podamos ver todo el bien que podemos hacer y como, apoyados en la fuerza del Señor que vive dentro de nosotros, podemos ser agentes de la presencia sanadora de Cristo para todos aquellos que nos rodean.