DOMINGO 16 EN TIEMPO ORDINARIO (Julio 23, 2023)

Enfasis Sugerido

“Todos aquellos que son justos deben también ser amables.”

Perspectiva Salesiana

El Libro de la Sabiduría no deja espacio para la ambigüedad cuando se refiere a las características de la justicia divina: el cuidado, la clemencia, la indulgencia, el resentimiento y la amabilidad. Estas características en vez de insinuar que Dios pueda ser “débil” describen más bien la naturaleza de la verdadera fuerza, la verdadera autoridad y el verdadero poder.

Esta es la gran paradoja del amor divino: aún cuando el pecado y el mal pueden provocar el castigo divino, es mucho más probable que ultimadamente reciban la misericordia, la indulgencia y la bondad divina. Francisco de Sales observó: “El pecado de Adán verdaderamente estaba muy lejos de llegar a abrumar la bondad de Dios. Por el contrario, despertó y motivo aún más la bondad de Dios. Como si tratando de realinear sus tropas en rumbo a la victoria, la bondad de Dios hace que la gracia abunde de sobremanera en donde antes abundó la inigualdad…....Verdaderamente, la providencia de Dios nos ha dejado muchas grandes marcas que reflejan la severidad divina, aun incluso en los momentos mismos en que Dios irradia su misericordia sobre nosotros; ejemplos de estas marcas incluyen: el hecho de que debemos morir, las enfermedades, los trabajos, la rebelión sensual…...pero el favor de Dios flota por encima de todas estas cosas y se regocija al convertir todas estas miserias en beneficios para todos aquellos que lo aman.” (Tratado del Amor de Dios, Libro II, Capítulo 5)

En ningún otro lugar o situación podemos ver reflejado el ejercicio del poder y la justicia de Dios tan claramente, con tanta bondad y con tanta clemencia que en la vida y el legado de Jesucristo. San Francisco de Sales escribió: “en una palabra, nuestro Salvador divino nunca se olvida de demostrar que ‘su misericordia esta por encima de todas sus obras’. Que su misericordia sobrepasa su justicia, que ‘su redención es abundante’, que su amor es infinito y que, como los Apóstoles dicen “él es rico en compasión’ y por consiguiente él ‘desea que todos sean salvados’ y que ni uno solo perezca”. (Tratado, Libro II, Capítulo 8)

Sobre la practica de la virtud, Francisco de Sales escribió lo siguiente: “Algunas virtudes tienen un uso casi general y no deben producir solo sus propios resultados sino que también deben extenderse a todas las otras virtudes. No siempre se presentaran ocasiones en las que podemos hacer uso de la fortaleza, la magnanimidad, o de una gran generosidad, pero la gentileza, la templanza, la integridad y la humildad son virtudes que deben enmarcar todas las acciones que llevemos a cabo en el transcurso de nuestras vidas.”

La práctica de la virtud es el hecho de compartir y repartir el poder y la promesa de Dios. Cómo debemos responder a este poder divino- poder expresado en paciencia, en indulgencia, en clemencia y en bondad?

Primero, debemos arrepentirnos. Debemos reconocer nuestra necesidad de ser salvados, redimidos y reconciliados a través de la justicia de Dios. Ese poder no solo nos ayuda a alejarnos de la inigualdad sino que también nos permite hacer lo que es recto y correcto.

Segundo, debemos hacer uso del poder divino en el cual compartimos (como resultado de la naturaleza de nuestra creación y redención) perdonándonos los unos a los otros: practicando y extendiendo el cuidado y la comprensión, la clemencia, la indulgencia y la bondad a nuestros hermanos y hermanas, especialmente cuando ellos, ya sea con intención o sin pensarlo, nos hieren o nos hacen daño

La mejor forma de servir a la justicia divina es a través de la bondad. Qué tan listos estamos para recibir – y compartir – un regalo tan poderoso y redentor como este?