DOMINGO 20 EN TIEMPO ORDINARIO (Agosto 14, 2022)

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 Enfasis Sugerido

 “Ustedes creen que yo he venido a establecer la paz en la tierra? Les aseguro, lo contrario es cierto: yo he venido por la división.”

Perspectiva Salesiana

Esto es una frase dura de escuchar por parte de Jesús en el Evangelio de hoy. Aun así, cuando nos detenemos a considerar nuestra propia experiencia al tratar de vivir fielmente el Evangelio, nos damos cuenta de que no es solamente una frase dura. Es también una verdad dura.

Generalmente hablando, nosotros experimentamos esta “división” de dos formas.

Primero, nuestros intentos por seguir a Jesús pueden producir división entre nosotros. Aun cuando nuestros intentos por practicar una vida de devoción como el autor de la Carta a los Hebreos diría, “echar a un lado todo el encumbramiento del pecado que se pega a nosotros y que persevera en la carrera que tenemos por delante” – debe ser una recompensa en si, también y también trae consigo una lucha. Nuestros esfuerzos diarios por alejarnos del pecado y por buscar una vida de virtud son imperfectos en muchos sentidos. Quién de nosotros no se identifica con la confesión de San Pedro con respecto a sus fallas por hacer lo que él debía hacer y su aparente inhabilidad para abstenerse de hacer cosas que él no debería hacer? Muchos de nosotros experimentan la vida espiritual como una forma del juego “Chutes and Ladders” aún cuando luchar por las virtudes es difícil mientras que nuestros vicios nos llegan de forma muy fácil.

Francisco de Sales conoce esta experiencia demasiado bien. El escribió: “puede ser que este cambio en nuestra vida nos causara muchos problemas. Aún cuando le han dicho adiós a las locuras y las vanidades del mundo, su decisión les deja un sentimiento de tristeza y de desanimo.” (Introducción, Parte IV, Capitulo 2)

Segundo, nuestros intentos por seguir a Jesús pueden producir división en nuestras relaciones con los demás.  Aun cuando hacer lo que es correcto debería ser la recompense en si, nosotros también sabemos que a veces ‘ninguna acción Buena se queda sin castigo.’ Francisco de Sales observo: “Tan pronto como las personas del mundo se dan cuenta de que tu deseas seguir la vida devota ellos te lanzan mil dardos de burla e incluso de distracción. Las personas mas maliciosas difamaran tu conversión diciendo que es hipocresía, intolerancia y engaños. Ellos dirán que el mundo se ha vuelto en contra tuya y que al ser rechazado por este tu te has vuelto hacia Dios. Tus amigos pueden levantar toda clase de objeciones que ellos consideran muy prudentes y razonables. Ellos te dirán que te deprimirás, que te envejecerás antes de tiempo y que tus asuntos en casa sufrirán. Ellos dirán que tu puedes salvar tu alma sin necesidad de ir a tales extremos, y otros miles de trivialidades similares.” (Introducción, Parte IV, Capitulo 1)

Irónicamente, solo es por medio de estas experiencias de división (en nosotros mismo y con los demás) que son a veces parte y fundamento de nuestros intentos por seguir vidas de devoción, que podemos tener la esperanza de encontrar la verdadera paz: la paz que viene de nuestra perseverancia paciente cuando somos fieles a quienes Dios nos ha llamado a ser, sin importar como las voces dentro de nosotros y al rededor nuestro puedan tratar de disuadirnos para que no sigamos nuestro camino. Nuestras experiencias de los problemas que se ocasionan cuando tenemos que hacer lo correcto – vivir de manera correcta – nos recuerdan otra verdad difícil.

La paz tiene un precio.