Énfasis Sugerido
“Bien hecho. Usted es un sirviente trabajador y confiable. Como pude depender de usted para un asunto pequeño de ahora en adelante lo pondré a cargo de tareas más grandes. Venga y comparta la dicha de su amo”.
Perspectiva Salesiana
Día del Juicio, Parte 1.
Esta frase lleva consigo un sentido de finalidad, no es cierto?
Pues debería.
San Francisco de Sales escribió: “Consideren la majestuosidad con la que el Juez soberano aparecerá, rodeado de todos los angeles y los santos. Ante él estará su cruz, brillando con mas fuerza que el sol, y será el estándar de la misericordia para los bueno y de castigo para los malvados. Por medio de este comando terrible, que será cumplido a cabalidad, este Juez soberano separará a los buenos de los malos poniendo los unos a su derecha y los otros a su izquierda. Será una separación eterna después de la cual estos dos grupos nunca más estarán juntos. Cuando esta separación haya sido hecha, y todas las consecuencias que esta acarrea hayan sido reveladas, veremos claramente la malicia de los malvados y el desden que han demostrado por Dios; y veremos también el arrepentimiento de los buenos y el efecto de las gracias que han recibido por parte de Dios. Nada permanecerá escondido”. (Introducción a la Vida Devota, Parte I, Capitulo 14)
En la próxima vida, nada estará oculto. En esta vida hay ciertas cosas en particular nunca deberían estar ocultas, estas son: los dones, las habilidades, los talentos, las artes y las gracias que Dios nos ha dado.
El Evangelio de hoy nos da una advertencia rigurosa y severa: no debemos devolver los dones que Dios nos ha dado y que no hayamos utilizado (no importa cuan grandes o pequeños sean).
Nunca duden que invertir estos dones en las vidas de los demás requiere no solo de nuestra buena disposición sino también implica que tomemos riesgos. Hay muy pocas garantías en esta vida. No podemos estar seguros de cómo vayamos a poder utilizar estos dones cualquiera día, o si los podremos usar de buena manera, o si nuestros dones han sido o no han sido apreciados, honrados, aceptados o bienvenidos por los demás. Aun así, debemos esmerarnos por ser prudentes, por tener cuidado, y por hacer buen uso del tiempo que Dios nos ha dado, y de los talentos y los tesoros con los que él nos ha dotado, y como parte de este esfuerzo debemos tener en cuenta: los riesgos que nosotros tomamos cuando compartimos lo que somos con los demás, y que estos riesgos no deben ser asumidos a la ligera ni de forma imprudente.
Aún así, no importa cuan riesgoso sea nombrar, acoger e invertir nuestros dones, nunca debemos permitir que las ansiedades del mundo incierto nos tienten y nos lleven a hacer lo impensable: a enterrar nuestro talento. Actuar como si no poseyéramos nada con qué honrar a Dios, o cómo servir las necesidades de los demás, es mucho peor que cualquier error que podamos llegar a cometer cualquier día en que hagamos un uso normal de nuestras habilidades.
En conclusión, lo mas seguro es que vamos a cometer errores cuando intentemos hacer buen uso de las gracias que Dios nos ha dado. Pero no hay error más grande que el de vivir nuestras vidas como si no tuviéramos ningún don que poner al servicio de Dios o de los demás; no hay ningún error peor que enterrar los dones que tenemos: nada peor que oscurecerlos a la luz del día.
Cuando tengan dudas manténgalos a la vista: por ustedes – por Dios y por los demás- para que ellos los vean. Y en ese proceso, compartan la dicha de su Amo…hoy!