Primer Domingo de Adviento (Noviembre 27, 2022)

Énfasis Sugerido

“Abandonemos los malos pasos y vistámonos con la armadura de la luz.”

Perspectiva Salesiana

Hay un sentido de urgencia palpable en la selección de la carta de Pablo a los romanos para el día de hoy: una súplica urgente para que “abandonemos los malos pasos” y a que nos vistamos “con la armadura de la luz.” Pablo es bastante específico cuando describe los llamados “malos pasos.” El comentarista bíblico William Barclay argumenta que la lectura de estas descripciones provee suficiente material para que examinemos y evaluemos quienes somos y lo que hacemos.

• El írse de juerga –– promover tumulto y perturbar a los demás en horas en que la gente decente debería estar descansando. En general, este concepto se refiere a las personas que se convierten en una gran molestia para los demás.

• La embriaguez- el estar intoxicado –– literalmente, envenenado - hasta el punto en que uno pierde la razón, la disciplina y el sentido común.

• Ser excesivo en la sexualidad y ser lujurioso –– Dejarse consumir por el deseo de sentir placer sin pensar en las consecuencias o en el impacto que esto pueda tener en los demás. El carecer de siquiera la ilusión de regirse por cualquier tipo de norma moral.

• Ser pendenciero –– Ser incapaz de relacionarse con otras personas sin provocar peleas, controversias o conflictos. Es también esa persona que siempre quiere ganar o que siempre quiere tener la razón.

• Los celos–– sentir envidia de los beneficios o de la buena fortuna de los demás.

San Francisco de Sales nos dice que no es suficiente que abandonemos estos –ni otros-malos pasos. También debemos desechar nuestro afecto- o nuestra atracción- por los mismos: “Aunque todos los Israelitas salieron de Egipto físicamente, no todos ellos dejaron atrás su atracción por aquel lugar; es por esto que en medio del desierto muchos de ellos se lamentaron de la falta de alimento y lugares de entretención lasciva que había en Egipto. De esta misma forma hay penitentes que le dan la espalda al pecado, pero que no desechan su atracción por el mismo.” (Introducción a la Vida Devota, Parte I, Capítulo 7)

Por qué debemos abandonar también nuestra atracción por el pecado, nuestra tendencia a seguir los malos pasos? “Además de que nos arriesgamos peligrosamente a caer de nuevo, estas viles tendencias pueden debilitar nuestro espíritu terriblemente, y se pueden convertir en una carga que nos impedirá hacer buenas obras puntualmente, diligentemente y frecuentemente.” (Ibid)

El adviento es la temporada de la esperanza: la esperanza de que la promesa que se nos hizo con la venida de Cristo será cumplida. Esta misma esperanza requiere que examinemos seriamente si las obras que hacemos y/o las que dejamos de hacer nos están ayudando a que la esperanza se haga una realidad en nuestras vidas, y en las vidas de los demás.

Qué tan lejos estamos dispuestos a ír en nuestro deseo de poder vivir una vida devota, es decir, de hacer buenas obras puntualmente, diligentemente y frecuentemente? Si creemos única tarea es darle la espalda al pecado solamente, pero al mismo tiempo no desechamos nuestra atracción por el pecado, entonces simplemente no estamos dispuestos a ir demasiado lejos.