QUINTO DOMINGO DE CUARESMA (Abril 3, 2022)

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA (Abril 3, 2022)

Énfasis Sugerido

“Sean embajadores de Cristo… la santidad misma de Dios.”

Perspectiva Salesiana

En los últimos días hemos escuchado mucho acerca del genoma humano. Los científicos están haciendo rápidos descubrimientos sobre la secuencia de nuestros genes. Algunos están hablando de la clonación de humanos y otros acerca de otros tipos de manipulaciones genéticas leves. Estos descubrimientos pueden hacer que nos preguntemos si somos realmente libres – libres para pecar o libres para hacer el bien. Quizás, igual que nuestro color de ojos, nuestros genes determinan nuestras acciones. Por eso entonces la mujer que es descubierta cometiendo adulterio, lo cual es el tema del Evangelio de hoy, no fue realmente responsable de sus acciones y no necesitaba ser perdonada.

El asunto de la responsabilidad humana no es nuevo. Algunas personas sugieren que quienes somos es determinado por nuestra cultura y por la manera en la que hemos sido criados. El famoso psicólogo B.F. Skinner sostenía que nuestro ambiente nos condiciona: Sigmund Freud enfatizaba la importancia de las relaciones que formamos a temprana edad.

Los cristianos creen que aún cuando la familia, el ambiente y los genes ejercen influencia sobre nosotros, estos ultimadamente no determinan quienes somos. Nosotros somos libres. Esta estancia refleja las dos cosas, el sentido común y las enseñanzas del Evangelio.

San Francisco de Sales, al escribir su Introducción a la Vida Devota, comienza con la purificación del alma – la conversación más profunda del alma con Cristo. Si una persona ha de convertirse en devota, para volverse santo, para volverse más libre, el o ella debe dejar atrás las racionalizaciones pasadas, debe dejar de rehusarse a aceptar responsabilidad y volverse a Cristo más profundamente. No son mis genes, ni mi ambiente, ni mi familia – soy yo decidiendo libremente!

Para de Sales esta conversión, y este es el punto crucial, no está solamente relacionada con el pecado en si sino que también de nuestro afecto por el pecado.

"Las personas que han abandonado el pecado pero que aun así se mantienen unido a él se parecen a las muchachas que son anémicas. Puede que ellas no estén muertas, pero siempre están pálidas; y ellas comen sin disfrutar de la comida; ellas duermen sin descansar, se ríen sin dicha y se arrastran en vez de caminar." [Stefan Edición, pp. 24-25]

El alma vigorosa convirtiéndose a Cristo substituye un amor por bienes más profundos por este afecto debilitante. El tiempo de oración, la atención a los demás, los actos de compasión por los pobres y el perdón por el mal que ha sido dirigido en contra nuestras caracterizan el alma que progresa en su esfuerzo por convertirse en discípula de Cristo.