SEPTIMO DOMINGO EN EL TIEMPO ORDINARIO (Febrero 19, 2023)

SEPTIMO DOMINGO EN EL TIEMPO ORDINARIO (Febrero 19, 2023)

Enfasis Sugerido

“Ustedes han escuchado esto antes…pero ahora soy yo quien se los dice”

Perspectiva Salesiana

En el Evangelio de hoy Jesús retoma sus palabras del domingo pasado, añadiendo aún más versos a su versión de la canción “Un Amor Superior”. Jesús proclama que no es suficiente asegurarnos de que las represalias que tomemos sean justas, simplemente no deberíamos tomar ningún tipo de represalias. No es suficiente amar a nuestros vecinos y al mismo tiempo que odiamos a nuestros enemigos, también debemos amar a nuestros enemigos, debemos orar por quienes nos hostigan. Cuando alguien nos pida que andemos cierta distancia, debemos tratar de ir aun más allá. Cuando se nos solicite ayuda, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance sin esperar ningún tipo de retribución a nuestra generosidad. Si alguien nos golpea en una mejilla, ofrezcámosle la otra.

Aun así, sería un error que llegásemos a interpretar las palabras de Jesús como una invitación a ser débiles, a ser objetos decorativos, o tapetes que todo el mundo pisa: hay ciertos momentos en la vida de una persona (al igual que le ocurrió a Jesús durante su vida) en que – aún a pesar de todos nuestros intentos por poner buena cara frente al mal tiempo- simplemente, enfáticamente, debemos defender lo que es correcto. El reto entonces consiste en aprender a defendernos de los demás, pero sin permitir que se genere odio en nuestros corazones hacia ellos. Como nos recuerda el libro del Levítico: “Aunque a veces tengan que reprender a sus conciudadanos, no se permitan incurrir en el pecado por culpa de ellos. No sean vengativos, y no alberguen ningún rencor en contra de su gente”.

En su Introducción a la Vida Devota, Francisco de Sales observa lo siguiente: “No hay nada que calme a un elefante enfurecido mas rápido que ver a un pequeño cordero (nota del escritor: ¡ustedes primero!). Nada disminuye la fuerza de un cañonazo con tanta facilidad como la lana. No otorgamos tanto valor a los correctivos que surgen de la ira– aún cuando tienen un tinte de razón- como a los correctivos que son resultado de la razón únicamente. Cuando los príncipes visitan sus pueblos en comitivas de paz, el pueblo los honra, esto les produce gran dicha. Pero cuando se presentan a la cabeza de ejércitos- aún si lo hacen por el bien común- sus visitas resultan desagradables, incluso contraproducentes. Igualmente, mientras que sea la razón la que reine, reprenda apaciblemente, corrija, y advierta – aún si lo hace severa y puntualmente- todo el mundo la amará y aceptará”. (Parte III, Cap. 8)

Si nos vemos en la obligación de defendernos, debemos evitar derribar a los demás para hacerlo. Si debemos corregir, regañar, o censurar a los demás, hagámoslo sin permitir que el resentimiento nos corrompa. Si debemos trabajar en aras de la paz, hagámoslo pero sin emplear ningún medio injusto. Por experiencia propia sabemos que a veces esto resulta mas fácil decirlo que hacerlo: cuando la justicia realmente requiere que impidamos que alguien nos golpee, o que golpee a otra persona, en la otra mejilla, ¡lo más seguro es que inintencionadamente resultemos golpeándolos a ellos primero! Francisco de Sales nos ofrece el siguiente consejo, para esos momentos en que hacemos lo correcto de la forma equivocada: “cuando se percaten de que son culpables de haberse dejado llevar por la ira, corrijan la falta inmediatamente teniendo un gesto de bondad con la persona con quien se enojaron. Así como el remedio soberano en contra de la mentira es contradecir la falsedad en el mismo instante en que la hemos pronunciado, debemos aprender a reparar las faltas cometidas a causa de nuestro enojo por medio de un acto instantáneo de humildad. Como dice el dicho, las heridas frescas son las que más rápido sanan”. (Ibid)

Como claramente hemos observado en la vida de Jesús, vivir un “amor superior” muchas veces no se trata tanto de lo que hacemos – o no hacemos- a los demás. Tiene mucho más que ver con cómo hacemos – o no - con los demás.