Esta noche es la vigilia de la natividad, y por ello hoy reflexionamos
acerca del misterio del nacimiento de nuestro Señor. San Francisco de Sales
comparte con nosotros sus pensamientos sobre la natividad:
Cuando alguien pretende construir una casa o un palacio primero debe
considerar quién será la persona que ocupará este lugar. Obviamente el
arquitecto utilizará diferentes planos dependiendo del estatus social del
futuro habitante. Así mismo sucedió con el Arquitecto Divino. Dios creó el
mundo para la encarnación del Hijo. Desde toda la eternidad, la sabiduría
divina previó que la Palabra asumiría nuestra naturaleza al momento de su
llegada a la tierra. Para lograr este objetivo Dios escogió a una mujer, la
sagrada Virgen María, quien dio a luz a nuestro Salvador.
Por medio de la Encarnación Dios nos hizo ver aquello que la mente humana
difícilmente hubiese podido imaginar o entender. El amor de Dios por la
humanidad es tan inmenso, que una vez se hizo humano deseó llenarnos a
todos de divinidad. Dios quiso coronarnos con la bondad y la dignidad
divina. El deseó que nosotros fuéramos hijos de Dios.
Nuestro Salvador vino a este mundo para enseñarnos qué debemos hacer para
poder preservar la divina semejanza de Dios en nosotros, la cual El ha
reparado y embellecido completamente. Con suma seriedad debemos reunir todo
nuestro coraje para vivir según quienes somos. Nuestro Salvador vino a
enseñarnos cómo vivir según la razón, y a enseñarnos cómo dominar el
desorden de nuestros amores. El estaba totalmente lleno de bondad y
misericordia para con la familia humana. Muchas veces cuando los pecadores
más empedernidos han llegado ya al punto de vivir como si Dios no
existiera, Nuestro Salvador permite que ellos encuentren Su Corazón lleno
de compasión, y de misericordia para con ellos. Todos aquellos que han
pasado por esta experiencia mantienen un sentido de gratitud asociada a
ella. Es Jesús a quien debemos dar forma, y dar a luz en nuestros
corazones. El divino Niño vale todo aquello que tengamos que soportar para
poder traerlo al mundo.
(Adaptado de los escritos de San Francisco de Sales.)