SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA (Abril 24, 2019)

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA (Abril 24, 2019)

Enfasis Sugerido

"El les mostró sus manos y su costado."

Perspectiva Salesiana

Después de la crucifixión de Jesús, los apóstoles estaban escondiéndose bajo llave por que tenían miedo. Ser identificados como seguidores de Jesús, su miedo y su ansiedad, eran, por decirlo así, entendibles y prudentes.

Aun así, a pesar de estar encerrados, en medio de sus miedos, Jesús irrumpe en sus vidas: no solamente en el lugar físico en el cual se habían refugiado, sino que también en el fondo de sus corazones. El intenta calmar sus miedos. El los reta a estar en paz mostrándoles sus manos y su costado. Dado el horror de las heridas visibles en ambos, esta es realmente una forma extraña de disipar su ansiedad y su dolor.

A pesar del poder y la Gloria de la resurrección, Jesús aún llevaba consigo, en su cuerpo, el legado del dolor, la decepción, el rechazo, la humillación, el sufrimiento y la muerte. Pero ahí la promesa y la esperanza que Jesús ofrece: el dolor, el sufrimiento y la pérdida, a pesar de las cicatrices que dejan, no necesitan ser la última palabra para aquellos que creen en el amor de Dios.

San Francis de Sales escribió: "Nosotros debemos recordar siempre que Nuestro Señor nos ha salvado con su sufrimiento y con su aguante y que nosotros debemos trabajar por nuestra salvación sufriendo aflicciones, soportando con toda la abstención posible las heridas, la negación y las incomodidades que encontremos en el camino." (Introducción a la Vida Devota, Pt III, Cap 3)

Todos nosotros hemos experimentado el dolor y el sufrimiento. Todos nosotros cargamos con las heridas del fracaso, la traición, la decepción, el engaño, y la perdida. Nuestros corazones, nuestras mentes, nuestros recuerdos –nuestras almas- llevan las cicatrices que lo comprueban. Por miedo a que nos hieran más, algunas veces nosotros nos encerramos en una pequeña esquina emocional o espiritual del mundo, viviendo en medio del miedo de lo que otro dolor u otra decepción que la vida nos pueda traer en los días, los meses o los años que están por venir. Nos retiramos de la vida: en efecto, morimos, sin esperanza de ser resucitados.

Jesús nos muestra que aun cuando nosotros también hemos sido heridos por la vida, las cicatrices del dolor, el rechazo, los malos entendidos no tienen por que tener la ultima palabra. Verdaderamente, nosotros podemos ser permanentemente afectados por cosas que sean desafortunadas e injustas, pero estas cosas no tienen por que robarnos del poder y la promesa de la recuperación y de la renovación – de la resurrección – a menos que nos dejemos llevar por la desesperación; a menos que nos dejemos vencer por la negatividad y por la lanza de la perdida.

Las cicatrices de nuestra humanidad son parte de nuestro pasado. Las cicatrices de nuestra humanidad son una parte de nuestro presente. Aun así, estas cicatrices no deben determinar el curso de nuestro futuro. Además, mantengamos las cosas en perspectiva. San Francisco de Sales nos recuerda: “Observen a Cristo, crucificado, desnudo, blasfemado, difamado, abandonado, y abrumado por toda clase de cansancio, dolor, y labor. "

Jesús no solo sobrevivió – él triunfo. Su fe, su pasión, su resistencia y su amor, verdaderamente tuvieron la última palabra en su vida. No dejarás que tengan el mismo efecto en la tuya?