DOMINGO 26 EN TIEMPO ORDINARIO (septiembre 29, 2024)

Enfasis Sugerido

“Los juicios apresurados ofenden a Dios.”

Perspectiva Salesiana

“Los juicios apresurados ofenden a Dios!” dice San Francisco de Sales. “Los juicios de los hijos del hombre son apresurados por que ellos no son justos cuando juzgan a los demás, y cuando juzgan usurpan el oficio de nuestro Señor… si una acción tiene diferentes aspectos, debemos tratar de enfocarnos en el mejor de ellos.” (Introducción a la Vida Devota, Parte III, Capitulo 38)

Estas palabras dichas por de Sales habrían servido de consejo para Juan, el discípulo del Evangelio de hoy, cuando él le pide a Jesús que saque a los demonios del cuerpo de un hombre en Su nombre “por que él no es de nuestra compañía.” De hecho estas palabras son muy similares a las que Jesús le dice a Juan: “No trates de detenerlo. Ningún hombre que haga milagros en mi nombre puede al mismo tiempo hablar mal de mí. Quien quiera que no este en nuestra contra está con nosotros.” Juan no es el único que puede beneficiarse con este consejo. Muchos de nosotros podemos beneficiarnos también.

Las palabras de Jesús y de San Francisco de Sales nos recuerdan que todos aquellos que participan en las obras de Jesús pertenecen a El, bien sean de “nuestra compañía” – miembros de nuestra Iglesia Católica Romana – o no. Ellos nos recuerdan que deberíamos enfocarnos menos en las denominaciones y más en las acciones, el espíritu y las actitudes de los seguidores de Cristo – sin que esto diminuya en ninguna forma nuestra fe en la Iglesia Católica Romana como la madre de todas las religiones Cristianas. Más que nada, ellos nos recuerdan que si queda algún rastro de prejuicio o engreimiento en nuestros corazones, en contra de los miembros de otras religiones Cristianas, debemos deshacernos de estos inmediatamente. La triste verdad de la historia es que a través de los siglos los Cristianos han pasado mucho tiempo construyendo muros, y muy poco tiempo construyendo carreteras para Dios. Ahora es tiempo para desmantelar los muros y para construir las carreteras. Ahora es tiempo para derrumbar las murallas y construir puentes. Es tiempo para estrechar con amor a nuestros aliados en la fe Cristiana, donde quiera que los encontremos.

Dios te necesita a ti y a mí- y a los Cristianos en todas partes – para que sean Sus profetas. En el sentido bíblico los profetas típicamente emergen en momentos en que la sociedad ha dejado de escuchar a Dios. Los profetas bíblicos hablan “de parte de Dios.” Ellos no les dicen a los demás lo que va a pasar; les dicen lo que debería pasar. Ellos les dicen a los demás lo que Dios quiere y lo que Dios dice. Dios te necesita a ti y a mí para que nos levantemos y seamos incluidos en los valores del Evangelio. Dios te necesita a ti y a mi para que les digamos a los demás que Dios quiere paz, no guerra; vida, no muerte; amor, no odio; preocupación por los demás, no preocupación por uno mismo; libertad, no restricción; verdad, no ser políticamente correctos; justicia para todos, no discriminación.

En las palabras de San Francisco de Sales, él necesita que nosotros “hablemos de Dios en conversaciones familiares con nuestros... amigos y vecinos.” (Introducción a la Vida Devota, Parte III, Capitulo 26) Y “si el mundo nos percibe como tontos,” por que nos comportamos como profetas, “pensemos que el mundo está loco.” (Ibid, Parte IV 4, Capitulo 1)

DOMINGO 25 EN TIEMPO ORDINARIO (septiembre 22, 2024)

Enfasis Sugerido

“Humíllate profundamente ante Dios, y dale las gracias.”

Perspectiva Salesiana

Los primeros discípulos ciertamente se adherían al hecho de que Jesús era muy probablemente el Mesías que habían anhelado y aún así él tenia una misión más allá de la realidad que ellos habían esperado. El Evangelio de hoy nos da una imagen muy real de este dilema en su inhabilidad para apreciar el hecho de que Jesús habla de su próxima muerte y resurrección y el sufrimiento que le espera en ese camino. El desenvolvimiento de esa predicción lleno a los discípulos de miedo y confusión. Esto es por que ellos no pudieron entender la realidad en virtud de sus expectativas, sueños y esperanzas.

Su percepción de su rol en la realidad de este reino lo llevo a discutir entre ellos. Sus expectativas naturalmente los convencieron de la importancia de su propio rol en el cumplimiento de la esperanza Judía para el futuro, y los enredo en la hostilidad, la envidia y la enemistad entre ellos. Jesús Claramente demostró la importancia del sus roles y como estos se llevarían a cabo- de forma muy distinta a sus percepciones. El pequeño niño, en medio de ellos, presenta claramente el ideal al que los discípulos han sido llamados. Que inconscientes parecían del llamado que los manda a servir y no a ser servidos.

San Francisco de Sales habla de la dificultad natural envuelta en nuestra capacidad de acceder a cumplir con la voluntad de Dios. Varias veces nos encontramos en la posición de los apóstoles en la historia del Evangelio de hoy, donde seguir la voluntad de Dios muchas veces no va de acuerdo con nuestras expectativas o deseos. En el Tratado del Amor de Dios, Libro 9, Capitulo 2, Francisco nos dice, “Un corazón verdaderamente viviente ama los buenos placeres de Dios no solamente durante el tiempo de consuelo sino que también durante las aflicciones, pero los ama más que todo en la cruz, el dolor, y la labor, por que el principal poder del amor es habilitar al amante para que sufra por aquello que ama.”

Debemos preguntarnos hoy cómo nuestras expectavitas, esperanzas y sueños nos previenen de realizar la Voluntad de Dios. Acaso los tiempos difíciles a los que nos enfrentamos arruinan nuestros intentos para seguir la Voluntad de Dios? Hemos podido abandonar nuestros intentos para que la Voluntad de Dios sea conforme con nuestros deseos y voluntades? Apreciamos realmente el regalo que es Jesús?

Una reflexión ante estas preguntas nos llevara a tener la oportunidad necesitada para realizar la Voluntad de Dios. Este es realmente un requisito en nuestro viaje de fe. En la Introducción a la vida Devota, Libro 2, Capitulo 1, San Francisco de Sales escribió, “La oración coloca nuestra inteligencia en el amor divino. Es la mejor manera de purgar nuestra inteligencia de su ignorancia y nuestra voluntad de sus afectos malignos.... Yo sugiero, por sobre todo, Philothea, una oración mental de la mente y el corazón, especialmente aquella que esta enfocada en la Vida y Pasión de Nuestro Señor. Contemplándolo a El tu estarás lleno de El; tu aprenderás a actuar como EL y conformarás tus acciones a las de El.”

DOMINGO 24 EN TIEMPO ORDINARIO (septiembre 15, 2024)

Enfasis Sugerido

“Apártate de mi, Satanás.”

Perspectiva Salesiana

Los santos son héroes de nuestra tradición de fe. Son personas cuyo ejemplo queremos seguir; personas que admiramos. Ellos nos recuerdan que Dios puede lograr en nosotros el mismo tipo de cosas que El logró en ellos. Pero las historias de los santos son más que una consideración de la promesa de la fuerza, el coraje, la fidelidad o la tenacidad humana. Sus historias son recordatorios de la realidad de la fragilidad human, la debilidad y la infidelidad. En un sermón predicado por Francisco de Sales en el Domingo de Ramos, Marzo 1622, él observa que: “Todas las criaturas son una mezcla de perfección e imperfección. Por esta razón ellas pueden ser utilizadas como símbolos de lo uno o lo otro. Cada persona, no importa que tan santa, tiene imperfecciones. Hechos en la imagen de Dios, cada persona refleja algo de la bondad de Dios mientras que, al mismo tiempo, esa misma persona lleva consigo algunas imperfecciones.” (Pulpito y Banco)

Considera el ejemplo de San Pedro en el Evangelio de hoy. Cuando Jesús le preguntó a los apóstoles, “Quién dices que soy?” Pedro fue el primero en proclamar: “Tu eres el Mesías!” Unos cuantos versos luego de haber hecho esta gran demostración publica de fe, Pedro se ofende por la predicción que Jesús hace sobre su negación, muerte y resurrección, y es humillado públicamente cuando Jesús se vuelve ante el y proclama: Apártate de mi Satanás!”

Pareciera que aún los santos tenían su alti-bajos. En el caso de San Pedro, este no seria el último despliego de su perfecciones e imperfecciones. En el Tratado del Amor de Dios, Francisco comentaba que: “Quién no se maravilla ante el corazón de San Pedro, tan valiente ante los soldados armados que él solo toma la espada en sus manos y la utiliza? Aún así, un poco tiempo después, entre la gente desarmada, él es tan cobarde que ante el niega y detesta a su maestro delante de una sierva.” (Tratado, Libro X, Capitulo 9)

Francisco de Sales creía que tenemos mucho que aprender tanto de los percances de los santos, como de sus éxitos. “Es bueno ver los defectos en las vidas de los santos. Esto no solamente muestra la bondad de Dios para perdonarlos, sino que también nos enseña a imitar a los santos y su esfuerzo para superar sus fracasos y hacer penitencia por ellos. Nosotros estudiamos las virtudes de los santos para poder imitarlos; nosotros estudiamos los fracasos de los santos para evitarlos.” (Ibíd.)

Esta forma de ver a los santos puede ser de mucha ayuda en nuestros intentos diarios para “Vivir a Jesús.” Ver los defectos de los santos sirve como una vacuna en contra de la falta de entusiasmo que podemos experimentar cuando nos enfrentemos a nuestros pecados, nuestras faltas y nuestras imperfecciones. De la misma manera, ver las virtudes de los santos nos puede disuadir para que no nos volvamos engreídos o nos sintamos satisfechos con nuestros defectos. Los santos son compañeros para el viaje. Ellos tienen mucho que enseñarnos sobre como seguir una vida de devoción: superar nuestros pecados y faltas, reforzando nuestra práctica de la virtud. Francisco de Sales (siendo un santo) nos reta a ver a los santos como personas reales, y a darnos cuenta de que podemos aprender de sus tragedias al igual que de sus triunfos.

DOMINGO 23 EN TIEMPO ORDINARIO (septiembre 8, 2024)

Enfasis Sugerido

“Tu fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado no puede tener favoritismo.”

Perspectiva Salesiana

Escucha lo que dice Francisco de Sales con respecto a este tema: (Introducción Parte III, Capitulo 36)

“Si nos gusta cierta práctica despreciamos al resto y nos oponemos a todo aquello que no es de nuestro gusto. Si alguien se ve pobre o si no nos gusta esa persona encontramos culpabilidad en todo lo que esa persona hace: no dejamos de molestar a esa persona, y siempre estamos buscando una oportunidad para pasar por encima de ella. Por el contrario, si alguien nos gusta por que es buen mozo, no hay nada que esa persona haga que no estemos dispuestos a pasar por alto.”

“En general, preferimos el rico al pobre... inclusive preferimos aquellos que se visten mejor. Rigurosamente exigimos nuestros propios derechos, pero queremos que otros sean considerados cuando exigen sus derechos. Mantenemos nuestra categoría con exactitud, pero queremos que otros sean humildes y que se acomoden. Fácilmente nos quejamos de nuestros vecinos, pero nuestros vecinos nunca deben quejarse de nosotros. Lo que hacemos por los demás siempre parece la gran cosa, pero lo que ellos hacen por nosotros parece insignificante.”

“En resumen, tenemos dos corazones. Tenemos una actitud benigna, cortés y amable para con nosotros mismos y otra que es dura, severa y rigorosa para con nuestros vecinos. Tenemos dos pesas: una para pesar todo lo que nos beneficie a notros, y otra para pesar todo lo que ponga a nuestro vecino en desventaja.”

Esta es la esencia de la discriminación en contra de otros y “en nuestros corazones:” Vivir con dos corazones, vivir con una doble moral. Como Santiago dice, cuando nos hacemos jueces (y jurado) de nuestros vecinos y no los juzgamos de la misma forma en que nos juzgamos a nosotros mismos hemos “otorgado decisiones corruptas.”

Dios no es parcial. Nosotros tampoco debemos serlo.

Cómo podemos remediar nuestra tendencia a preferir unos por encima de otros? Francisco de Sales es muy claro e inequívoco. “Se justo y equitativo en todas tus acciones. Siempre ponte a ti mismo en el lugar de tu vecino y a tu vecino en el tuyo para que puedas juzgar justamente. Imagínate a ti mismo como el vendedor cuando compras y como el comprador cuando vendes y así venderás y comprarás justamente.”

“Este es el fundamento de toda razón.”

DOMINGO VEINTIDOS EN TIEMPO ORDINARIO (septiembre 1, 2024)

Enfasis Sugerido

“Reciban humildemente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y que tiene la capacidad para salvar sus almas”.

Perspectiva Salesiana

Las tradiciones son cosas poderosas. Ya sea la cazuela especial que nuestra abuela prepara para la cena del día de acción de gracias, o quiénes serán los anfitriones la noche de Navidad o para la Pascua, o a dónde vamos a ir de vacaciones con la familia, o los rituales con los que rendimos homenaje cuando uno de nuestros seres queridos muere, o algo tan simple como en qué puesto de la mesa se sienta cada quien a hora de comer, las tradiciones hacen parte integral de nuestra vida. Cuando son positivas, las tradiciones nos dan un sentido de identidad, estabilidad, y valor, especialmente en momentos en que nuestras vidas se enfrentan a múltiples cambios.

Pero las tradiciones también pueden ser negativas, especialmente cuando se distancian de los valores que se supone deberían sustentar y proteger. Jesús era muy consciente de esto como lo sugiere el relato del Evangelio de hoy. El desafió a los Fariseos sobre su uso de las leyes en materia de pureza espiritual. Jesús consideraba que ellos estaban utilizando las tradiciones para juzgar a los demás de manera injusta, y así mismo determinar quienes quedaban “dentro” o “fuera” del circulo de la misericordia y el amor de Dios. Como si ellos, y no Dios, fuesen quienes determinan la rectitud y la dignidad religiosa de las personas!

Ciertamente la Palabra de Dios este domingo nos reta a que caigamos en cuenta del poder de las tradiciones en nuestras vidas. Si son positivas, debemos permitir que continúen haciendo parte de nuestras vidas. Pero si son comportamientos o incluso actitudes negativas—antiguas rencillas que no podemos olvidar, dolores pasados que no podemos perdonar, patrones de comportamiento que implican hacer elecciones o dar lugar a pensamientos destructivos, de los cuales pareciera que no podemos escapar- entonces, con la gracia de Dios ya “depositada en nosotros” debemos hacer algo por cambiarlas.

San Francisco de Sales sugería que cuando estas antiguas “tradiciones” negativas nos hagan menos de lo que, siendo hijos de Dios, hemos sido llamados a ser debemos concentrarnos en “el momento actual”. El pasado no nos define, y no podemos hacer nada para cambiarlo, lo único que podemos hacer es olvidarlo. El futuro aún esta por suceder. Pero lo que sí tenemos es el aquí y ahora, el momento actual, y la gracia de Dios en este momento.

Es solo en el momento actual que podemos reemplazar los comportamientos y las actitudes negativas por nuevos comportamientos y actitudes que den nuevo valor a nuestra vida. Cuando nos concentramos en acceder al amor de Dios, sembrado en nosotros, para así hacer nuevas elecciones de “momento actual” en “momento actual”, nos encaminamos rumbo al nuevo comienzo de unas “tradiciones” positivas. Estas serán nuestro sustento en el presente, y nos moldearán para el futuro, haciendo de nosotros individuos que “hacen justicia y viven en presencia del Señor”.

Empecemos hoy una nueva tradición de vivir en el “momento actual” con la gracia de Dios. Esa es una tradición que vale la pena mantener a lo largo del tiempo… por el resto de la vida!

DOMINGO VEINTIUNO EN TIEMPO ORDINARIO (agosto 25, 2024)

Enfasis Sugerido

"Ayúdanos en la búsqueda de los valores que nos traerán la dicha duradera en este mundo en constante cambio”.

Perspectiva Salesiana

Estas palabras tomadas del comienzo de la Oración de Apertura de la misa de hoy, contienen un mensaje muy significativo y profundo para todos nosotros. Nuestros mundos cambian, y en ciertos casos constantemente. A veces tendemos a interpretar el “mundo en cambio” como algo que no nos incumbe o que está más allá de nuestro entendimiento. Pero algunas veces el mundo que nos resulta más difícil de entender con todos sus cambios es el mundo interno, ese mundo que está lleno de confusión y vicisitudes que nadie más puede ver – excepto nosotros mismos.

Hoy hemos hablado de decisiones y elecciones. Todos deseamos ser libres. Ciertamente Dios desea que nosotros podamos gozar de esa libertad, dado que ese es el regalo más espectacular y significativo que él nos ha dado. En la primera lectura de hoy Josué habla directamente sobre esa libertad: “Decidan hoy mismo a quien van a servir”. Este mensaje es lo más contemporáneo y directo que podemos llegar a escuchar. “Qué es lo que desean? Decidan!”. La propuesta de Josué no da lugar a indecisiones. Tampoco queda ninguna duda de cuál es su postura: “En lo que se refiere a mi y a mi hogar, nosotros serviremos al Señor”.

Pablo afronta el mismo problema en su carta sobre la vida matrimonial: “Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo”. Esta afirmación inicial es crítica por que sin ella su consejo posterior de ser sumisos puede parecer degradante e incluso horroroso. La “sumisión” a la que el cristiano está llamado siempre se presenta dentro y a causa del amor – el amor de Cristo. Es por ello que servimos a los demás, y que nos ponemos en al menos un segundo plano, si no literalmente en el último. Cristo nos amo ante todo, y nos mostró el camino a la vida. Poner a los demás en primer lugar, especialmente en una relación – o en una familia-, es la única forma de tener vida y de compartir la vida al máximo.

Es también la única forma de hacer del amor algo que verdaderamente de vida.

Esta enseñanza de Dios puede ser “dura” y los primeros seguidores de Cristo así lo sintieron, pero al igual que Pedro en el Evangelio, cuando todo sea dicho y hecho, “A quién acudiremos?” Una y otra vez, las pérdidas y las pruebas de la vida nos afirman que solo El tiene “las palabras de la vida eterna”.

Francisco de Sales nos recuerda que la inestabilidad es inevitable en la vida, y que es nuestro fracaso a la hora de reconocer la verdad lo que nos hace inestables, y lo que hace que nuestro humor sea variable. El nos alienta a permanecer firmes e inquebrantables en nuestras resoluciones. El desafío al que se enfrenta nuestro mundo “interno” y en constante cambio, es el de la constancia. Y esa constancia solo se logra a través de la fidelidad con las decisiones que tomamos diariamente de amar y de servir al Señor, y a los demás – esa misma resolución con la que cerramos cada liturgia.

VEINTEAVO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (agosto 18, 2024)

Enfasis Sugerido

“El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él (ella)”

Perspectiva Salesiana

Qué gran regalo es la Eucaristía! Jesús nos ofrece su cuerpo para comer y su sangre para beber. Y nos ordena comer y beber de su carne y de su sangre para que podamos alcanzar la vida eterna.

Al igual que la Sabiduría en la primera lectura de hoy, Jesús nos invita a la cena que ha preparado para nosotros, una cena que nos permite unirnos a la salvación por medio de su muerte y resurrección. En la Cruz la carne de Jesús fue perforada y su sangre derramada por otros, por ustedes y por mi. En la medida en que comemos y bebemos, somos llamados a renunciar a la insensatez para que podamos vivir y avanzar por el camino del entendimiento (Proverbios).

Las palabras de Sabiduría nos recuerdan que esta es una cena sagrada, una cena del convenio. Dios nos ha dado a Jesús para nuestro bien. En Jesús se hacen visibles y tangibles el gran amor y la misericordia de Dios. Cuando comemos del cuerpo de Jesús y bebemos de su sangre estamos expresando nuestra voluntad de ser uno con Jesús en su misión de salvación para el mundo. Estamos anunciando sus buenas nuevas al mundo actual.

Ahora buscamos un mejor entendimiento sobre la manera en que debemos vivir como miembros de la comunidad del convenio. En esta cena nos hacemos uno con Jesús y con la comunidad, uno en el Cuerpo de Cristo. Al término de esta cena sagrada nuestro reto es vivir en la realidad diaria de nuestra unidad.

San Francisco de Sales nos ofrece consejos prácticos sobre cómo hacer esto de forma efectiva. Después de la Comunión consideren que Jesús está sentado en sus corazones y preséntenle cada una de sus facultades y sentidos de forma que puedan recibir sus órdenes y prometerle fidelidad. Este ejercicio se puede convertir en nuestra acción de gracias y nuestro compromiso a vivir lo que hemos celebrado y recibido. Jesús nos ofrecerá una forma para utilizar nuestro intelecto, nuestra memoria, nuestro oído, nuestro tacto y nuestra voz, para que den testimonio de la presencia amorosa de Dios en el mundo de hoy.

San Pablo nos anima hoy a que: pongamos mucha atención a la manera en que vivimos, no como personas insensatas, sino como personas sabias. Nuestra comida y nuestra bebida a la mesa del Señor nos hacen uno. Que la sabiduría con la que vivimos hoy evidencie la unidad que experimentamos en la Eucaristía.

Recuerden: ustedes son lo que comen… ustedes son lo que beben.

DECIMO NOVENO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (agosto 11, 2024)

Enfasis Sugerido

“Libérense de toda esa amargura, esa rabia, de las vulgaridades, de las calumnias y las malas intenciones. Mas bien sean generosos, demuestren compasión y perdónense los unos a los otros”.

Perspectiva Salesiana

“En el principio era la Palabra. La palabra estaba con Dios. La palabra era Dios. Por medio de la Palabra Dios creo todas las cosas; sin la Palabra no se hizo nada de lo que se ha hecho”.

Del mismo modo en que Palabra, que es Jesucristo, es la fuente de todo el poder, nuestras palabras también son poderosas. En los mejores momentos nuestras palabras nutren, sanan, y crean. En los peores momentos nuestras palabras asfixian, hieren, y destruyen.

San Pablo era muy consciente de esta realidad. Al igual que San Francisco de Sales.

Nosotros también lo somos.

San Francisco de Sales comenta que un discurso negativo engendra “desdén hacia nuestros vecinos, vanidad, autocomplacencia, y tiene cientos de otros efectos perniciosos entre los cuales se halla la peor de todas las pestes que puede darse en una conversación: la calumnia”. Y continúa: “La calumnia es como un tipo de asesinato… si alguien lograra eliminar la calumnia del mundo, lograría también remover una gran parte de los pecados e injusticias del mismo”.

Usar palabras “dulces, compasivas y que promuevan el perdón mutuo” no solo se trata de ser una buena persona: se trata de hacer justicia. Se trata de otorgarle a cada quien lo que merece; se trata de respetar a los demás; se trata de reconocer la dignidad que Dios nos ha dado. Ultimadamente, se trata de utilizar el poder de esa habilidad que Dios nos ha dado, encarnada en el lenguaje, de forma que ayude a construir – y no a derrumbar- el pueblo de Dios.

La espiritualidad salesiana es conocida por su sentido práctico. ¿Qué puede ser más práctico que utilizar nuestras palabras para fortalecer, animar, y apoyarnos los unos a los otros? ¿Qué puede estar más fácilmente disponible que nuestras propias palabras como obsequio para los demás? Aún cuando nos veamos en la necesidad de cuestionar o de corregir a los demás, debemos hablar de forma que podamos promover la sanación: nuestra lengua, dice San Francisco “debe ser como un bisturí en manos de un cirujano que está cortando entre nervios y tendones”. Santa Juana de Chantal observa: “cuando deban corregir a alguien, háganlo en privado y con amabilidad”.

En el principio era la Palabra. Que nuestras palabras continúen la historia del amor creativo, redentor y vigorizante de Dios. Que la Palabra de Dios sea la última palabra para todos nosotros. Que la Palabra de Dios – la Palabra que da vida- sea todas las palabras que lleguemos a necesitar.

DECIMO OCTAVO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (agosto 4, 2024)DECIMO OCTAVO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (agosto 4, 2024)

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"Toda la comunidad Israelita se quejó en contra de Moisés y Aron…”

Perspectiva Salesiana

Si hay algo peor que las cosas malas que nos suceden, es invertir nuestro esfuerzo y energía quejándonos de ellas.

Piénsenlo. ¿Quién de nosotros alguna vez realmente ha logrado mejorar su situación o su suerte en esta vida quejándose de lo que le ha tocado? Aún así nos quejamos… y para nuestro propio detrimento.

¿Que los Israelitas pasaron una temporada muy dura en el desierto? Por supuesto que si! Que a pesar de lo mala que fue su vida en Egipto ¿al menos no tenían “tres comidas y un catre”? Si! Por el contrario en el desierto, ¿disfrutaron de alguna comodidad? Pues aparentemente, aparte de la libertad, no realmente!

Aun así, Dios los había redimido de la esclavitud. Dios les había otorgado líderes cuya tarea era guiar a los Israelitas hacia la tierra prometida, un lugar donde emanaba la leche y la miel. Sin embargo, uno se pregunta ¿de dónde sacaron la idea los Israelitas de que esta caminata, o esta búsqueda, sería sólo viento en popa? No obstante se quejaron… cosa que aun ahora parece algo banal o mezquino.

Ahora analicemos esto en lo que concierne a nosotros mismos. ¿Quién de nosotros no ha sido tentado por el deseo de empezar a quejarnos cuando las cosas no resultan de la forma que nosotros esperamos, cuando nuestro trabajo, nuestro matrimonio, nuestras relaciones resultan ser más difíciles o más exigentes de lo que suponíamos o esperábamos? Y, para ser totalmente honestos, ¿quién de nosotros puede afirmar que el quejarnos constantemente de la suerte que nos ha tocado hace que las cosas mejoren? De hecho las quejas solo hacen nuestra suerte –dolorosamente- más difícil.

Francisco de Sales es muy claro en lo que respecta a las quejas constantes: “Quéjense lo menos posible de las cosas malas que les suceden. Que no quepa la menor duda que una persona que se queja está cometiendo un pecado al hacerlo, dado que el amor propio siempre siente que las heridas son mucho más graves de lo que realmente son”. (Introducción a la Vida Devota, Parte III, Capítulo 3)

Entonces, ¿esto significa que nunca debemos plantear una duda, un problema o una queja? No, pero debemos ser sensatos en cuanto a las personas a quienes escogemos para comentar nuestras inquietudes. Francisco decía: “no se quejen con personas irascibles o criticonas. Si se presenta un momento justo que amerita que nos quejemos con alguien, ya sea para subsanar una ofensa cometida, o simplemente para restaurar la tranquilidad de nuestro espíritu, debemos hacerlo con alguien que sea equilibrado y que verdaderamente ame a Dios. De lo contrario en vez de calmar sus mentes ellos ocasionarán problemas peores, y en vez de ayudarles a sacar la espina que les está haciendo daño la clavarán aun más profundamente en sus pies” (Ibid).

No cabe duda que Dios escucha el clamor de quienes se quejan. Pero si somos sinceros, ¿Acaso no hay mejores formas de utilizar la palabra…. y mejores cosas en que ocupar nuestras vidas?

DECIMO SEPTIMO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (Julio 28, 2024)

Enfasis Sugerido

Pongamos nuestras vidas en manos de Jesús con total confianza

Perspectiva Salesiana

San Francisco de Sales dice en la Introducción a la Vida Devota que hay dos clases de personas que deben estar en comunicación frecuente: aquellos que son fuertes, para que no se vuelvan débiles, y quienes son débiles, para que se hagan fuertes; los enfermos para que su salud sea restaurada, y quienes gocen de salud, para que no caigan en la enfermedad.

San Francisco nos dice que debemos tener confianza en Dios: Dejen en manos de la amada providencia de Dios todo aquello que les resulte doloroso y crean firmemente que El los conducirá con dulzura, que guiará sus vidas y todos sus asuntos: “Cuando nos enfrentemos a una persecución, o a una contradicción que nos amenaza con convertirse en un gran problema, debemos retirarnos, debemos refugiarnos, y nuestros afectos, bajo la Santa Cruz, con la creencia verdadera de que todo tendrá un buen fin para aquellos que aman a Dios”.

Un día una mujer común y corriente decidió adentrarse en una comunidad donde las personas experimentaban un ciclo constante de pobreza y crueldad. Ella observó la difícil situación de todas aquellas personas menos afortunadas que ella y decidió que necesitaba, hacer algo al respecto y personalmente. Entonces tomó todo lo que poseía y decidió rentar un viejo edificio con un piso de tierra. El edificio no era necesariamente agradable a la vista, pero era un comienzo para el trabajo que ella sintió que debía comenzar. Al día siguiente la mujer caminó por todo el vecindario ofreciendo clases para los niños. Utilizó el edificio como su salón de clases. No tenía libros, ni escritorios, tampoco sillas ni mesas. Su tablero era el piso de tierra. Lo alisaba con un viejo trapo viejo y utilizaba una vara para escribir en él. Esta fue la forma en que esta mujer lucho en contra de la pobreza y la crueldad a su alrededor.

A los ojos de un observador casual puede parecer una respuesta patética y minúscula ante tal grado de sufrimiento humano, pero ella depositó su confianza en Dios.

¿Qué ocurrió con la mujer y su iniciativa? Hoy en día existen alrededor de ochenta escuelas completamente equipadas, trescientos dispensarios, setenta clínicas para leprosos, treinta hogares para los moribundos, treinta hogares para los niños abandonados, y cuarenta mil voluntarios alrededor del mundo que continúan la labor que esta singular mujer comenzó.

Esta mujer era la Madre Teresa.

No existe una mejor historia para ilustrar el punto de la primera lectura y de la lectura del Evangelio para hoy. El muchacho le dio todo lo que tenía a Jesús, y Jesús hizo todo lo demás. Pongamos lo poco que tengamos en manos de Jesús con total confianza. El nos aceptará, nos bendecirá y hará que nuestras vidas crezcan muy por encima de nuestras más grandes expectativas. Es de este modo que experimentamos –de primera mano – la importancia de lo insignificante.

DECIMO SEXTO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (julio 21, 2024)

Enfasis Sugerido

"Descansen un rato...”

<b?Perspectiva data-preserve-html-node="true" Salesiana

“El trabajo sin reposo hace del hombre un soso". No solo hace del hombre un soso: sino que puede inutilizar sus esfuerzos por ser feliz, saludable, e incluso santo.

No se equivoquen, crecer en la santidad – hacer del amor de Dios, en cuya imagen y semejanza hemos sido creados, una realidad en nuestras vidas- es un asunto muy serio. Es algo que requiere de un arduo trabajo, requiere disciplina, requiere que nos autoevaluemos, y requiere compromiso.

Como dijera Francisco de Sales, es algo que requiere devoción.

Pero la espiritualidad Salesiana reconoce también el valor del relajamiento, de la necesidad de tomar “un tiempo libre”, de “tomar aire”, de sacar tiempo para el esparcimiento. De hecho, el relajamiento no solo está permitido: es necesario!

Francisco de Sales dice que "de hecho es un defecto ser tan estricto, austero e insociable que uno no se permite, ni le permite a los demás un momento de recreación”. La Introducción a la Vida Devota (1609) contiene amplia evidencia de la apreciación que el Santo Caballero sentía por el importante papel que juegan el descanso y la recreación en la búsqueda de una vida plenamente humana y a la vez centrada en Dios. El añade que: “de vez en cuando debemos recrear la mente y el cuerpo”. Y continua: “tomar el aire, ir a caminar, disfrutar de una plática amigable, tocar música, o cantar, o cazar…. Son diversiones tan honestas que lo único que debemos tener en cuenta para desarrollarlas de forma correcta es un poco de prudencia, lo cual nos ayuda a clasificar, y a precisar el tiempo, lugar y la medida en que debemos hacer las cosas".

Para poder obtener un balance debemos reconocer nuestras limitaciones: debemos saber cuando es hora de decir “suficiente”, aunque solo sea por un momento. Santa Juana escribió alguna vez, en el texto de una carta a un miembro de su comunidad: “Debo irme ahora, por que tengo un minuto libre y mi brazo y mi mano están empezando a cansarse y a doler aún cuando acabo de empezar a escribir. Ya no puedo hacer todo lo que antes podía”.

En su libro Tocando las Cosas Comunes, Robert Wicks identifica ciertas prácticas que pueden ayudarnos a establecer y a mantener una vida balanceada: dormir lo suficiente; comer adecuadamente; disfrutar del tiempo libre; hacer las cosas con tranquilidad. Aprendan a reír, enfóquense en los valores, practiquen la apreciación por ustedes mismos, involúcrense, pero no demasiado, tengan un grupo de apoyo, escápense por ahí de vez en cuando, sean espontáneos, eviten el negativismo. Establezcan buenas amistades; practiquen la intimidad.

Nuestro Señor Jesucristo pasó casi la totalidad de su ministerio público atendiendo las necesidades de los demás: sanando, educando, alimentando, desafiando, perdonando: en resumen, trabajando. Pero el Evangelio que documenta la ética laboral de Cristo también muy claramente documenta aquellos momentos en que él se apartó de sus actividades para descansar, para renovarse, para disfrutar de la hospitalidad de otros, para pasar el tiempo con sus amigos, todo esto lo ayudaba a reavivar su dedicación a hacer la Voluntad de Dios.

Hay muchas maneras para obtener un balance entre el trabajo y el descanso, la labor para obtener el sustento y el tiempo libre, la paga y el juego. Consideren todo esto de forma personal y piadosa. Escojan aquellas actividades que encajen con el estado y la etapa actual por la que cursan sus vidas. Sobre todo sean conscientes de que a medida que sus vidas cambian, también cambian muchos de los métodos para obtener este balance feliz, saludable y santo.

DECIMO QUINTO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (julio 14, 2024)

Enfasis Sugerido

"El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: 'Ve y profetiza a mi pueblo, Israel”

"En El nosotros también fuimos escogidos, destinados de acuerdo con el propósito de Aquel quien todo lo puede, de acuerdo con su voluntad, para que podamos existir para alabar su gloria, esperanzados en Cristo".

Perspectiva Salesiana

San Francisco de Sales viajo una vez a Bellevaux con un joven sacerdote, donde revivió sus primeros días como un misionario en el Chablais. Los residentes del lugar eran demasiado tímidos y cautelosos. Francisco y el sacerdote no podían encontrar hospedaje, ni vino, ni asientos para sentarse, tuvieron que comer un pan viejo por el que pagaron demasiado – poco queso, poca agua, no tuvieron más mesa que el suelo- no tenían mantel más que sus propias capas.

Francisco dijo: "He aquí la verdadera vida apostólica, la vida donde podemos imitar de alguna forma la pobreza de Jesucristo y sus Apóstoles. Yo estoy acostumbrado a esto por que por dos años experimenté la misma crueldad por parte de los residentes de varias villas”.

Aún a pesar de estos obstáculos, o a causa de ellos, Francisco amaba a las personas a quienes servía como pastor. El les daba una bienvenida fraternal a todos y los guiaba por el camino de la generosidad apostólica que él mismo practicaba. El practicaba la filosofía de que: “Mejor es ser humilde con los pobres que compartir botín con los soberbios”. (Proverbios 16: 19) El sabia que el espíritu apostólico: "Esta siempre cerca de quienes tienen el corazón herido; él alivia el espíritu abatido". (Proverbios 33:19)

Francisco escuchó la voz de Dios, y añadió su voz a la del Señor. Su agudo intelecto y su educación lo prepararon para discutir, aún así él era capaz de hacer a un lado el odio. Francisco tenia un deseo inmenso de debatir con los ministros protestantes, pero muy pocos se medía a ese reto. Algunos de ellos en la audiencia tomaban notas en secreto basadas en sus sermones, los copiaban, y los distribuían por toda Génova. Al principio la respuesta fue mínima, pero después originaron muchas y muy fenomenales conversaciones.

Uno puede hacer mucho con su propio estilo de predicación, de enseñanza y de trabajo. Permitir que el Espíritu de Dios obre en nosotros y en los demás es una gran regalo, y no debemos permitir que las decepciones, las penas, ni nuestra forma de querer hacer las cosas, nos desanimen. Muchos y muy grandes personajes han existido antes que nosotros y nos han mostrado el camino a seguir.

Francisco de Sales demostró el poder de la virtud de la esperanza, la esperanza que eventualmente da un gran fruto gracias a la perspicacia, el vigor, y la determinación de un santo que no permitió nunca que la frustración ni el dolor le impidieran predicar la palabra del Señor. Pidamos para que podamos ser valientes, perspicaces y para que su ejemplo nos sirva de inspiración y nos de animo – cuando sea necesario.

DECIMO CUARTO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (julio 7, 2024)

Enfasis Sugerido

“Un profeta no queda sin ser honrado, excepto en su propia tierra, entre sus parientes y en su propio hogar.”

Perspectiva Salesiana

El relato en el Evangelio de hoy es uno de los tantos episodios en que Jesús experimentó lo que es el rechazo: Las personas se “molestaban” por su dedicación y su devoción a hacer la Voluntad de Dios en su propia vida. Este rechazo y esta resistencia eran tan fuertes en su tierra natal que “no le era posible demostrar su poder” allí.

La tentación a la que Jesús se enfrentaba en ese entonces – y que es una tentación a la que todos nos enfrentamos – es que a la hora de afrontar el rechazo nos preocupemos más por ser aceptados por los demás que por mantenernos firmes en nuestras convicciones. Somos tentados a diluir la verdad, a bajarnos de nivel, a evitar cualquier cosa que pueda “echarle más leña al fuego”. Muchas veces somos tentados a hacer amigos a cualquier costo, pero en ese proceso nos perdemos a nosotros mismos.

San Francisco de Sales, el santo caballero, fue un hombre quien siempre hizo su mejor esfuerzo para hablar y por vivir la verdad del Evangelio de forma humilde, gentil y amigable. Aun así, con todo su poder de persuasión, él también experimentó el rechazo. En su Introducción a la Vida Devota escribe: “tan pronto como la gente se da cuenta que deseas llevar una vida devota te lanzan mil dardos de burla y crítica. Los más difamadores calumniarán tu devoción diciendo que es hipocresía e intolerancia y tan solo una artimaña. Tus amigos objetarán de mil formas las cuales consideran prudentes y caritativas: te advertirán que te vas a deprimir, que perderás tu reputación ante el mundo, que te volverás insoportable, que envejecerás antes de tiempo, y que tendrás problemas en casa. Ellos te dirán que tu puedes salvar tu alma sin necesidad de ir a tales extremos”. (Parte IV, Capítulo 1)

Ouch! Pareciera (al menos de acuerdo con ciertos estándares) que las Buenas Nuevas no siempre son tan buenas - o al menos no tan fáciles para aquellas personas que tratan de vivirlas!

Lo mejor que podemos hacer es buscar esas pequeñas semillas de verdad que se pueden hallar en medio de la crítica y el rechazo. ¿Somos arrogantes? ¿Somos estridentes? ¿Somos demasiado prepotentes o tercos? ¿Es realmente la Voluntad de Dios la que promovemos, o es nuestra voluntad? Aun así, si nuestra conciencia está limpia, ¿cómo debemos lidiar con el rechazo?

Francisco de Sales nos aconseja lo siguiente: “Sean firmes en sus propósitos e inquebrantables en sus resoluciones. Su perseverancia probará si ustedes se están sacrificando sinceramente por Dios y si están dedicados a vivir una vida devota”. Y concluye: “Puede que para el mundo seamos unos tontos” pero de la misma forma en que le sucedió a Jesús, nosotros tenemos que tener en cuenta que el rechazo es un precio que en ocasiones debemos estar dispuestos a pagar – por más doloroso que sea.

DECIMO TERCER DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (Junio 30, 2024)

Enfasis Sugerido

"Dios no creo la muerte, Dios no se regocija con la destrucción de los vivos”

"De la misma forma en que ustedes son ricos en todo sentido, ojala reciban aún mas abundancia por medio de sus obras de caridad".

Perspectiva Salesiana

La muerte es parte inevitable de la vida. Aun así, lo cierto es que mucho antes de que cada uno de nosotros demos nuestro último respiro, habremos experimentado una cantidad de pequeñas muertes a lo largo de nuestras vidas: cuando experimentamos una pérdida, decepciones, ocasiones en que nos damos por vencidos, o momentos en que nos vemos obligados a dejar algo.

Francisco de Sales le ofrece este consejo a todas las personas quienes, al celebrar el regalo de la vida que Dios nos ha dado, también aceptan la realidad de la muerte: "Vale la perna realmente entender que esta vida nos ha sido otorgada solamente como un medio para obtener la vida eterna! Si no somos conscientes de esto enfocaremos nuestros afectos en las cosas de este mundo transitorio y cuando llega el momento de dejarlo nos sentiremos consternados y llenos de miedo. Créanme, que si queremos vivir felizmente durante este peregrinaje debemos mantener fija en nuestra mente la esperanza de arribar a nuestra tierra natal donde permaneceremos por toda la eternidad". (Cartas Selectas por Elizabeth Stopp, p. 261)

La vida esta llena de personas, relaciones, dones, bendiciones, retos y esfuerzos que realzan y nutren el espíritu humano! ¿Cómo podemos llegar a disfrutarlos verdadera, plena y completamente sin apegarnos a ellos?

Siendo generosos!

No hay que observar más allá ya que el ejemplo no lo da Jesús mismo. Jesús, el Hijo de Dios, aquel en quien, a través de quien y por quien todas las cosas existen “se hizo pobre para que nosotros pudiésemos ser ricos” (2 Cor 8). Jesús no se apego a todo lo que era bueno y bendito acá en la tierra para consumirlo o para satisfacerse a si mismo: su satisfacción la hallaba el acto generoso de compartir todo lo que era y todo lo que poseía con los demás. Jesús conquistó el pecado y la muerte precisamente por que tenía un compromiso de seguir siempre el camino de la generosidad durante el transcurso de su vida.

Cuando nos enfrentamos a las limitaciones, cuando nos enfrentamos a los obstáculos, cuando nos enfrentamos al pecado, cuando sentimos que queremos darnos por vencidos, es entonces que somos tentados a apegarnos exclusivamente a todo lo bueno que Dios nos ha dado. Pero Jesús nos muestra otro camino; en la medida en que tengamos la voluntad para responder a las experiencias de pérdida con generosidad, compartiendo quienes somos con los demás, estaremos destinados a triunfar sobre la muerte y a entender lo realmente significa vivir.

Si hay algo que verdaderamente debemos poseer, y que jamás debemos perder en esta vida, debe ser nuestro compromiso con las buenas obras, para hacer real y tangible la riqueza del amor de Dios en nosotros, y para compartir generosamente el amor de Dios y las buenas obras con los demás.

DÉCIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (23 de Junio de 2024)

Énfasis sugerido

“Cristo murió por todos nosotros para que vivamos, no por nosotros sino por él, quien murió y resucitó por nuestro beneficio. Es por eso que nuestras opiniones de los demás no deben basarse en juicios meramente humanos”.

Perspectiva Salesiana

San Francisco de Sales –el “doctor del amor”– tenía su propio punto de vista acerca de los juicios. Específicamente, él nos previno contra los juicios precipitados. Él dijo: "A menudo, el temor, la ambición y otras debilidades mentales similares generan sospecha y juicios precipitados" en lo que se refiere a nuestra percepción de otras personas.

Y continuó: Las personas que están "ebrias de orgullo, de envidia, de ambición y de odio consideran que todo lo que ven es malo y reprochable. Para ser sanados… les digo, deben beber tanto como puedan del vino sagrado de la caridad. Los juicios precipitados son pecados derivados de una amargura espiritual que hace que todas las cosas parezcan malas a los ojos de quienes están infectados con ella”.

Dicho de otra manera, los juicios dependen, en última instancia, del punto de vista –o del corazón– de quien los hace. “Si sus reflexiones son amables,” comentó Francisco, “sus opiniones también lo serán. Si sus afectos son caritativos, sus opiniones así mismo lo serán”.

Obviamente, si nuestros afectos no son ni buenos ni caritativos juzgaremos a los demás de manera desagradable e insensible, en el mejor de los casos. Estos comportamientos no son compatibles con las personas que buscan ser “renovadas” en Cristo.

Desafortunadamente, por experiencia propia sabemos que es demasiado fácil desperdiciar el tiempo juzgando la motivación y las intenciones de los demás. Como si esto no fuera lo suficientemente grave, pocas veces nos guardamos esas opiniones. A menudo compartimos nuestros juicios con otros y esto crea "malestar, desprecio por el prójimo, orgullo y autosatisfacción, y tiene muchos otros efectos negativos, principalmente la calumnia”.

Quizás Francisco de Sales puso su dedo en a llaga y resumió esta falta cuando escribió que: “El sello distintivo de un alma improductiva es que se deleita escrudiñando las vidas de los demás”. La antigua costumbre de valorar a los demás basados en juicios meramente humanos ya no es relevante: ¿Qué estamos haciendo para que así sea?

Además, en un día cualquiera, seguramente tendremos suficiente con examinar nuestras propias vidas, ¿o no? Entonces, ¿por qué desperdiciar nuestro tiempo diseccionando las vidas de otros sólo para divertirnos… y para deshonrarnos?

DÉCIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (16 de junio de 2024)

“¿Con qué comparar el reino de Dios, o qué parábola podemos utilizar para describirlo? Es como una semilla de mostaza…”

Las lecturas de hoy nos ayudan a mantener las cosas en perspectiva. Que no quepa la menor duda: todos hemos sido llamados a seguir los pasos de Jesucristo. Pese a que todos tenemos una responsabilidad muy importante –promover el reino de Dios– la manera más eficaz de responder a este llamado es prestar atención a los detalles; es decir, hacer todas las cosas, incluso las que parecieran menos trascendentales, con un gran amor.

En su Introducción a la Vida Devota, Francisco de Sales nos exhorta a hacer lo siguiente:

“Consagren sus manos a las labores arduas: aprendan a orar y a meditar, reciban los sacramentos, guíen a otras almas para que amen a Dios, inculquen las buenas inspiraciones en los corazones de los demás; en resumen, realicen grandes obras conforme a su vocación. Sin embargo, jamás se olviden de… esas pequeñas y humildes virtudes que crecen como flores al pie de la cruz: ayudar a los pobres, visitar a los enfermos, cuidar de sus familias, con todas las responsabilidades que éstas implican y con la diligencia que les urge a no permanecer de brazos cruzados”.

“Rara vez se nos presentan oportunidades importantes para servir a Dios. Sin embargo, frecuentemente se presentan oportunidades que a simple vista parecen menos relevantes... ustedes se beneficiarán más a los ojos de Dios si aprovechan esas pequeñas oportunidades porque Dios desea que lo hagan". (III, 35, pp. 214 - 215)

Dios ha puesto a nuestra disposición un sinnúmero de métodos para que logremos nuestra salvación. Gracias a una maravillosa infusión de la gracia de Dios en nuestras mentes, corazones, actitudes y acciones, el Espíritu hace que nuestras obras se conviertan en obras de Dios. Nuestras buenas labores –como plantar pequeñas semillas de mostaza aquí o esparcir pequeñas semillas allá– cuentan con el vigor y la virtud suficiente para hacer un gran bien porque proceden del Espíritu de Jesús.

A la final, las pequeñas cosas que hacemos son realmente significativas a los ojos de Dios. De hecho, ¡lo son todo!

Décimo Domingo del Tiempo Ordinario (9 de junio de 2024)

En su Introducción a la Vida Devota, Francisco de Sales no compara la felicidad con el egocentrismo, el ensimismamiento o la obsesión con nosotros mismos. Sin embargo, Francisco sí compara la felicidad con lo que él llama el autodominio. El Santo Caballero escribe:

“La mayor felicidad del hombre es ser dueño de su propia alma, y entre más perfecta sea nuestra paciencia más completamente poseeremos nuestras almas".

¡Qué felicidad es conocernos y aceptarnos a nosotros mismos por quienes somos a los ojos de Dios! ¡Qué dicha es sentirnos cómodos –sin ser autocomplacientes– en nuestra propia piel! ¡Qué dicha es, en esencia, sentirse en casa –estar en paz– con la persona que Dios nos hizo! En realidad, es lo mejor después del Paraíso.

Lo trágico es que, la capacidad de sentirnos como en casa con nosotros mismos fue la primera –y la más fundamental– víctima de la Caída. Tan pronto Adán y Eva comieron del fruto del árbol del conocimiento, su estado natural –su desnudez, su transparencia– se convirtió en reprobación. Se sentían incómodos –estaban avergonzados– de quienes eran. Literalmente, ya no se sentían cómodos en su propia piel. Manchados de repente por su auto-aislamiento y el odio hacia sí mismos, perdieron el Paraíso... y la vida se convirtió en una carga.

Como bien sabemos, mucha de la miseria, el pecado y la tristeza que azotan a la familia humana hasta nuestros días procede ya sea de (1) nuestra incapacidad de ser quienes realmente somos o (2) nuestros intentos inútiles por ser quienes no somos.

En su Tratado Sobre el Amor de Dios, Francisco de Sales dijo:

<i?"Dios data-preserve-html-node="true" se ha manifestado ante nosotros de tantas maneras y a través de tantos medios que Él desea que todos seamos salvados y que nadie desconozca este hecho. Para este propósito, a través de la Creación Dios nos hizo "a su imagen y semejanza”; mientras que mediante la Encarnación Dios se hizo a sí mismo a nuestra imagen y semejanza".

La gracia redentora de la Encarnación nos permite experimentar nuevamente la felicidad que produce el poseer nuestras propias almas. El poder restaurador de la Encarnación hace que podamos experimentar otra vez la dicha de sentirnos básicamente de nuevo cómodos con quienes somos a los ojos de Dios. Heridos como estamos por el pecado, nuestra práctica de la devoción –nuestra cruzada para poseer nuestras almas– ya no es tan fácil como lo fuera originalmente en el Paraíso. Requiere una práctica perpetua; exige una enorme paciencia. Aun así, Dios no solo nos promete la dicha y la paz fruto de esta auto-aceptación celestial; Él también nos muestra cómo lograrla en esta tierra y en la persona de su Hijo.

Jesús encarna el poder del autodominio. Jesús exhibe la alegría de quien se acepta a sí mismo. Jesús irradia la paz de la autodeterminación. ¿Quién mejor que Jesús para mostrarnos lo que es sentirnos cómodos en nuestra propia piel? ¿Quién mejor que Jesús para demostrar lo que es invitar –y empoderar– a otros para que hagan lo mismo?

Al igual que hiciera con nuestros primeros padres, el Malvado nos golpea donde duele. Algunas veces Satanás nos tienta para que creamos que no nos es posible ser felices siendo nosotros mismos. Otras veces, Satanás nos tienta para que creamos que seríamos más felices si fuéramos alguien más –quizás cualquier otra persona– diferente de quienes somos. En lugares muy profundos y oscuros dentro de nuestras mentes y corazones, cada uno de nosotros es tentado a hacerse esta pregunta:

Siendo un pecador, como lo soy, débil, como lo soy, herido, como lo estoy, e imperfecto, como lo soy, ¿por qué debería creer que Dios quiere que me sienta cómodo –en casa– en mi propia piel?

CUERPO Y SANGRE DE CRISTO (junio 2, 2024)

Enfasis Sugerido

“Haz esto en mi memoria.”

Perspectiva Salesiana

Eucaristía – una palabra que literalmente significa acción de gracias – es la celebración central de la comunidad Cristiana. Habla volúmenes de quien es Dios en nuestras vidas. Habla volúmenes de quienes hemos sido llamados a ser en las vidas de los demás.

La Eucaristía celebra la verdad que dice que Dios nos ama tanto que envió a Jesús para ser nuestro redentor. La Eucaristía celebra la verdad que dice que Dios nos ama tanto que permitió que el cuerpo de Jesús fuera maltratado y su sangre derramada por nosotros. La Eucaristía celebra la verdad que dice que Dios nos ama tanto que el Espíritu resucito a Jesús de entre los muertos para que pudiéramos compartir el poder y la promesa de la vida eterna.

La Tercera Oración de la Eucaristía para los Niños lo dice de esta forma: Jesús “nos trajo las buenas nuevas de la vida para ser vivida con él en el cielo por siempre. El nos mostró el camino hacia esa vida acá en la tierra; el camino del amor… El ahora nos reúne a todos ante una mesa y nos pide que hagamos lo mismo que él hizo.”

La Segunda Oración de la Eucaristía para la Reconciliación nos dice que Jesús “ha confiado a nosotros la promesa de su amor.” La Eucaristía celebra la verdad que dice que estamos llamados a hacer mucho más que simplemente recibir el cuerpo y la sangre de Cristo. La Eucaristía celebra la verdad que dice que nosotros somos el cuerpo y la sangre de Cristo para los demás. La Eucaristía celebra la verdad que dice que estamos llamados a dejar que nos maltraten y nos desangren si es necesario para el bien de los demás. Estamos llamados a pasar nuestras vidas en búsqueda de la justicia, la paz, la reconciliación, la sanación, la libertad, la vida y el amor.

Hemos sido llamados a proclamar la muerte del Señor en nuestra disposición para ser pan y vino para los demás. Estamos llamados a proclamar la muerte del Señor – el poder del Señor – la promesa del Señor – en nuestra disposición para ofrecer nuestras vidas, talentos y otros esfuerzos para continuar el trabajo de salvación y redención que Jesús empezó.

Nosotros demostramos nuestra dignidad y destino Eucarístico cuando seguimos el mandamiento de Jesús para “hacer esto en su memoria”: no sólo celebrando la Eucaristía durante el primer día de la semana, sino siendo la Eucaristía para los demás, dando alimento, cuidado y perdón a los demás, cada día de la semana.

Seamos la Eucaristía para los demás. Demos alimento, cuidado y perdón… en Su memoria… en unión con los demás.

LA SANTISIMA TRINIDAD (mayo 26, 2024)

Énfasis Sugerido

“Que la gracia y la paz de Nuestro Señor, Jesucristo, el amor de Dios y la unión del Espíritu Santo esté siempre contigo.”

Perspectiva Salesiana

Dios es revelado a nosotros como un Padre creador y amoroso, un Hijo que nos redime y nos cuida, y un Espíritu que nos reta y nos inspira. Es en la imagen y semejanza de la Trinidad que nosotros hemos sido creados; es en la imagen y la semejanza de la Trinidad que hemos sido llamados a vivir con los demás en esta tierra; es en la imagen y semejanza de la Trinidad que nosotros estamos destinados a la gloria del cielo.

La trinidad habla de la plenitud creativa, la Trinidad habla de la abundancia sanadora; la Trinidad habla de la generosidad inspiradora.

El Espíritu Santo, la Sabiduría de Dios, es la fuente de los regalos que necesitamos para experimentar y para personificar a este Dios Trino en nuestra vida diaria. San Francisco de Sales escribió en su Tratado del Amor de Dios: “Necesitamos mantener la calma para contener las inclinaciones rebeldes de la sensualidad; justicia, para hacer lo que es correcto en relación con Dios, nuestros vecinos y nosotros mismos; fortaleza, para que podamos mantenernos fieles a hacer lo que está bien y evitar el mal; prudencia, para descubrir la manera apropiada para hacer lo que está bien, y practicar la virtud; conocimiento, para conocer el bien verdadero al que debemos aspirar, así como también el mal verdadero que debemos refutar; entendimiento, para penetrar las bases más importantes de la belleza y la excelencia de la virtud, y; a la final, sabiduría, para contemplar la naturaleza divina, la fuente única de todo lo que es bueno.” (Tratado del Amor de Dios, Libro 11, Capitulo 15)

Suena familiar? Debería: nosotros conocemos esto como los “siete regalos” del Espíritu Santo.

El amor que viene de este Dios Trino, ese amor que es parte y base de quienes somos, contiene todos estos regalos. Francisco de Sales describió este amor como “un lirio espléndido que tiene seis pétalos más blancos que la nieve. En el centro están los pequeños martillos dorados de la sabiduría que brindan a nuestro corazón el sabor amoroso, el sabor de la bondad del Padre, nuestro Creador, la compasión del Hijo, nuestro Redentor, y la dulzura del Espíritu Santo, nuestro Santificador.” (Ibíd.)

Aún cuando la Trinidad sea misteriosa, dos cosas quedan claras: (1) nosotros estamos llamados a personificar la plenitud creativa de Dios, la abundancia sanadora de Dios, y la generosidad inspiradora de Dios, y: (2) hemos sido otorgados los regalos para hacer de este llamado una realidad.

Dios, ayúdanos a reflejar tu imagen clara – y convincentemente – en nuestra mente, nuestros corazones, actitudes y acciones. Danos la gracia para ser tu dichadía con día en la vida de los demás.

PENTECOSTES (mayo 19, 2024)

Énfasis Sugerido

“Cada uno de nosotros los escucha hablar en nuestra propia lengua acerca de las maravillas que Dios ha logrado.”

Perspectiva Salesiana

Sin importar el hecho de que ellos hablaban a diferentes personas con diferentes lenguajes y diferentes culturas, los apóstoles eran entendidos por todas las personas que los escuchaban cuando proclamaban las maravillas que Dios había logrado.

Cómo era esto posible?

Encendidos por el amor del Espíritu Santo, los apóstoles podían hablar el lenguaje del corazón. Ellos estaban hablando con entusiasmo. Ellos estaban hablando con gratitud. Ellos estaban alabando y dando gracias. Ellos estaban hablando desde el fondo de su ser. Ellos estaban hablando desde su alma.

En resumen, ellos estaban hablando el lenguaje universal – el lenguaje del corazón.

Nosotros somos muy humanos – somos muy divinos – cuando hablamos el lenguaje del corazón, cuando hablamos el lenguaje del amor, cuando hablamos y escuchamos con el alma, cuando estamos basados en la Palabra-Hecha-Carne.

Como sabemos muy bien, por experiencia propia, la comunicación es más que el encuentro de los ojos… o de la lengua o el oído. Comunicarse es algo más fácil de decir que de hacer. Frecuentemente malinterpretamos. Frecuentemente presumimos que sabemos lo que otras personas están pensando o sintiendo. Frecuentemente usamos las mismas palabras aún cuando tienen diferentes significados. Frecuentemente tenemos formas distintas de decir la misma cosa. Frecuentemente oímos, pero frecuentemente fracasamos al escuchar. Siempre estamos hablando, pero hablar no es lo mismo que comunicarse…. O hablar de corazón a corazón.

San Francisco de Sales nos dice que el Espíritu Santo viene a encender los corazones de los creyentes. Cuando hablamos y escuchamos con el corazón encendido de alegría, verdad y gratitud, el conflicto encuentra un camino hacia el entendimiento, la confusión halla la claridad, el distanciamiento encuentra el camino hacia la intimidad, el dolor encuentra la forma de sanar, la frustración encuentra el perdón, la violencia encuentra la paz, el pecado encuentra la salvación.

Francisco de Sales nos ofrece este consejo: “Habla siempre de Dios como Dios, esto significa, con reverencia y devoción, no con ostentación o amaneramientos, sino con un espíritu caritativo, dócil, y humilde. Deja que la miel de la devoción, y de esas cosas divinas que son imperceptibles al oído de una y otra persona, fluyan cuanto más puedan. Ora en tu alma para complacer a Dios, y que él haga que este rocío bendito penetre en los corazones de aquellos que te escuchen. Es maravilloso como una propuesta dulce y amigable atrae los corazones de los oyentes.”

Cómo necesitamos hablar, escuchar, o practicar el lenguaje del amor hoy?